#ZonaCero | Pandemia asfixia el trabajo sexual

3 de Diciembre de 2024

#ZonaCero | Pandemia asfixia el trabajo sexual

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El toque de queda que se aplica en República Dominicana impide que las transgénero puedan salir a la calle a buscar el sustento

Santo Domingo, República Dominicana.- Desde que la pandemia llegó a República Dominicana, a Luna Veras, una transgénero de 47 años que se define como trabajadora sexual, le cuesta cada vez más poner comida en su mesa.

Yo vivo del trabajo sexual, en este tiempo de la pandemia de Covid-19, las trabajadoras sexuales trans estamos pasando por una crisis, porque la economía se ha detenido”, cuenta desde su casa, en una barriada empobrecida de Santo Domingo.

República Dominicana aplica un toque de queda nocturno para tratar de frenar el avance del coronavirus, que ha dejado hasta la fecha 96 mil 629 contagios y mil 801 muertes.

En sí me da pánico la situación que estamos viviendo con la Covid-19”, dice Luna, que sin embargo se maquilla para salir a buscar clientes, usando un barbijo que se mancha del labial que usa para destacar sus gruesos labios.

La clientela se ha reducido más de 80%, lamenta. Antes de la pandemia Luna podía obtener cerca de 10 mil pesos dominicanos al mes, unos tres mil 500 pesos mexicanos.

Ahora, apenas contacta con algunos clientes por teléfono. Ha tratado de buscar otras fuentes de ingresos como lavar ropa o limpiar casas.

La historia de Yohana Espinoza, de 37 años, es similar a la de Luna. Ella también es una prostituta transgénero.

Yohana, tan delgada que los huesos de su pecho sobresalen, no tiene posibilidades de conseguir un empleo formal, pues no fue “declarada al nacer”, por ello no tiene ni “acta de nacimiento”, dice.

No sabe leer, ni escribir, relata, desde una pequeña habitación con techos de zinc y dos ventiladores que la ayudan a sobrellevar las altas temperaturas del Caribe.

Las restricciones nocturnas limitan aún más a las trabajadores sexuales, afirma Henely Flores, de 20 años. “Un día me cambié de ropa y salí a trabajar travestido, y me di cuenta que los clientes no se querían parar porque era de día y sentían vergüenza”, narra.