Cuando Miguel enfermó de Covid-19 en México, a finales de diciembre, comenzó un viacrucis para su familia, que tuvo que buscarle frenéticamente oxígeno, cama en un hospital y luego esperar varios días para cremarlo.
El aumento de las defunciones es escalofriante, con 32 mil 593 sólo en enero, el mes más mortal de la pandemia. La situación desborda hospitales, funerarias, cementerios y crematorios.
Una doctora “nos pide que vayamos a conseguir oxígeno y ahí empieza la travesía”, cuenta una nieta del hombre de 78 años, fallecido el 4 de enero, quien pidió cambiar el nombre de su abuelo por privacidad.
Desde ese momento, los familiares batallaron para encontrar cupo hospitalario, pagaron sobreprecio por el traslado en ambulancia y, cuando murió Miguel, pasaron a una lista de espera para poder cremar sus restos.
Roberto García, líder gremial y director comercial de la funeraria Olimpia, en Ciudad de México, dice que en promedio están pasando ocho días entre el fallecimiento y la cremación.
Antes de la pandemia, la espera máxima era de 24 horas, cuenta García, luego de que su equipo se encargue del ataúd envuelto en plástico de una víctima del coronavirus.
A sus espaldas, un pizarrón señala los nombres de los difuntos que esperan ser recogidos al día siguiente en los centros médicos.
Mientras el crematorio asigna turno, los cadáveres pueden permanecer en el hospital, pero ante el riesgo de saturación algunas funerarias los llevan a sus instalaciones refrigeradas.
Aunque un gran número de familias busca cremaciones, otras prefieren inhumar a sus seres queridos. Para ello también hay lista de espera.
El panteón Jardines del Recuerdo, en el norte de la capital, no da abasto, cuenta su gerente de ventas, Margarita Beristáin.
La demanda de servicios por defunciones por Covid-19 incrementó enormemente (...), hasta el grado de nosotros no tener la capacidad de proporcionarlos y tener que negarlos”, afirma Beristáin en este parque repleto de tumbas.
Vestida de negro, la mujer explica que la capacidad depende de la “sala blanca”, el recinto donde están los cuerpos en refrigeración para poder cremarlos o inhumarlos, y que puede albergar 44 cadáveres.
Ante esta situación, los responsables del cementerio comenzaron a cavar más fosas y extendieron los horarios, lo que implica a veces terminar las cremaciones en la madrugada.