Christian Cruz era especialista en intubar. Jesús de la Torre brindaba consejos por teléfono a colegas que tratan la Covid-19. Diego Gutiérrez dedicaba largas jornadas a examinar tumores. El coronavirus apagó sus vidas, como la de otros miles de trabajadores de la salud en México.
Su pérdida no sólo es irreparable para las familias, sino demoledora para uno de los países más castigados por la pandemia y con déficit de especialistas.
México registra el número más alto de personal sanitario fallecido por el virus en América, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Hasta el 1 de marzo el gobierno reportó 3 mil 471 decesos confirmados (47% de médicos) y 240 sospechosos, además de 230 mil contagios.
Anestesiólogo de origen colombiano, el doctor Cruz murió el pasado 12 de diciembre a los 32 años. Cumplió la tarea de intubar a pacientes con dificultad para respirar.
Padecía esclerosis sistémica, enfermedad autoinmune que lo ponía en mayor riesgo por el coronavirus.
Nos cuidábamos más (...) porque él tenía una enfermedad autoinmune que no sabíamos cómo le iba a ir”, dijo su viuda, la oncóloga pediátrica Yesenia Leyva.
Poner en riesgo su vida para salvar a pacientes era algo normal para el doctor De la Torre, uno de los urgenciólogos más destacados de México, quien ejercía en Morelos y murió el 18 de diciembre a los 67 años. “Era muy entregado (...), a veces prefería ir a sus cirugías (...) y se perdía eventos familiares, cumpleaños”, comenta su hijo Federico, de 43 años.
Luego de trabajar los primeros meses de la pandemia, De la Torre dejó de ir al hospital por su edad. Pero quería apoyar la batalla. “Tenía ganas de estar ahí presente porque era algo nuevo para la mayoría de sus colegas”, relató el hijo, quien guarda una bata avejentada de su padre.
La doctora Ariadna Bautista aún se pregunta cómo se contagio su esposo, el doctor Gutiérrez, oncopatólogo que analizaba biopsias, especialmente de tumores.
Su principal herramienta de trabajo, el microscopio, permanece sobre el escritorio, y en la silla la solitaria bata del médico fallecido el 5 de agosto.
“No sé cómo llegaría el virus aquí a la casa (...), la única que salía era yo”, dice Bautista con la voz entrecortada.
Mientras la comunidad médica perdió a un especialista de primer nivel, Bautista se quedó sin el amor de su vida.