En Alemania, el gobierno ha consultado a filósofos, historiadores, teólogos y especialistas en comportamiento humano, quienes analizan la legitimidad de las restricciones sanitarias y el equilibrio entre las normas morales versus la imposición del confinamiento.
En el Reino Unido, las autoridades de salud del condado de Hertfordshire, rastrean el pulso de la comunidad a través de una plataforma en línea que miden los sentimientos de la población, la comodidad de la población con entornos interiores y exteriores; y la prestación de servicios de salud se ajusta a las circunstancias.
En México, el experto en medición del humor social, Luis Woldenberg, ha advertido que los niveles de cansancio en la mujer mexicana son inéditos, y que la “nueva normalidad” ha roto las normas de convivencia en las familias.
Las señales son claras: el mundo atraviesa por un periodo de “fatiga pandémica”. Tras nueve meses de la aparición de la Covid-19, los sentimientos que predominan ya no sólo son el miedo y la incertidumbre, sino que ahora aparece el desgano para estar pendientes de las noticias, de escuchar las instrucciones de las autoridades de salud o de acatar las restricciones para la vida social y económica.
A partir de datos de sondeo sumados de los países de la región, podemos constatar, sin sorpresa, que el cansancio de las personas interrogadas aumenta (...), consideramos que hoy en día alcanza a más del 60% en ciertos casos”, indicó en un comunicado el director de la zona Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Kluge.
Las poblaciones han hecho “inmensos sacrificios” desde hace ocho meses, cuando se constataron los primeros casos de la enfermedad, añadió. “El coste ha sido extraordinario y nos ha agotado a todos, donde sea que vivamos y lo que hagamos. En estas circunstancias, es fácil y natural sentirse apático y desmotivado”, afirmó.
Para combatir este “cansancio”, las autoridades tienen que escuchar a la población y crear con ellos las respuestas para seguir luchando contra la pandemia, cuyos niveles de propagación siguen siendo elevados en todo el mundo.
Para tal fin, la OMS aconseja tres acciones: tomar el pulso a la comunidad con regularidad, co-crear intervenciones para motivar a las poblaciones y satisfacer sus necesidades de formas innovadoras y más seguras.