Como respuesta a la saturación del sistema sanitario boliviano, médicos y otros profesionales que son voluntarios en el grupo “Ángeles contra el Covid”, atienden a pacientes con un enfoque diferente al de la salud pública.
“Nosotros sustentamos que a la enfermedad hay que atacarla en los primeros niveles. Es donde, como país de menores recursos, podemos marcar una diferencia”, dice Giorgio Valli, uno de los coordinadores de este equipo.
Los pacientes reciben Ivermectina mejorada –un antidesparasitante de uso veterinario— preparada por los voluntarios, y un tratamiento complementario con otras medicinas.
En el caso de los pacientes con menos recursos, los propios “Ángeles” cubren los costos de los fármacos. A los demás, sólo se suministra gratuitamente la Ivermectina mejorada, y se les entrega una receta para que ellos adquieran sus medicamentos en las farmacias.
El uso de Ivermectina para tratar la covid-19, sin embargo, no está avalado por la Organización Panamericana de la Salud, ya que los estudios hechos hasta ahora sobre este tratamiento, además de que ninguno ha sido “revisado por pares ni publicado formalmente”, “presentan un riesgo elevado de sesgo, muy poca certeza de la evidencia y la evidencia existente es insuficiente para llegar a una conclusión sobre sus beneficios y sus daños”. Valli asegura que no se han registrado fallecidos en su centro de atención.
En apenas dos meses, estos 350 voluntarios, en su mayoría profesionales de la salud, han atendido gratuitamente a 7 mil 200 pacientes en la ciudad de Santa Cruz (este), cabecera de la región más afectada por la pandemia en Bolivia.
Su call center, que ha llegado a recibir mil llamadas en un día, remite pacientes al centro de telemedicina, lugar en el que estudiantes de carreras de la salud hacen un seguimiento de los pacientes.
Valli asegura que en las primeras etapas de la enfermedad, el costo del tratamiento vale menos de 15 dólares,; mientras que en las fases más avanzadas, los costos pueden alcanzar entre dos mi 500 y 12 mil dólares, ya que se requieren médicos especialistas, hospitales, respiradores, oxígeno, medicamentos, además de unidades de terapia intensiva.
“No gastamos tiempo haciendo diagnósticos con pruebas de laboratorio. Hacemos diagnóstico médico y ambulatorio. Con los síntomas, los médicos detectan en qué etapa de la enfermedad está el paciente”, explica el voluntario.