Zaldívar responde: tras divorcio, ¿con quién se queda el perro?

¿Tienes una mascota y estás a punto de separarte? Esta información te interesa. Resulta que el ministro Arturo Zaldívar, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), acaba de dar a conocer su postura sobre quién se queda con la mascota tras un divorcio. ¡Sí, tal como lo lees!

Según Zaldívar, el bienestar de la pareja y de las mascotas debe ser considerado en igualdad de condiciones durante un proceso de divorcio:

“Tenemos muy pocos precedentes que hablan sobre el tema, pero son asuntos que se deben tratar con mucho mayor cuidado”, señaló el ministro.

En un breve video publicado en TikTok, Zaldívar recomendó que las personas involucradas se pongan de acuerdo sobre la persona que cuidará de la mascota tras el divorcio; pero si no es posible llegar a un acuerdo, “tendrá que decidir el juez, tomando en cuenta todas las circunstancias de cada caso concreto”, advirtió.

Es importante destacar que durante el proceso de divorcio no se puede tratar al perro o gato de la familia como un objeto, ya que se trata de un ser vivo con el que las personas tienen sentimientos muy profundos, agregó Zaldívar.

Me ha pasado

El video del ministro ha generado una gran cantidad de comentarios en redes sociales, donde las personas han compartido sus propias experiencias sobre el tema.

“Me pasó, mi ex me peleó el perro, no a la hija, a la cual no da pensión, pero me peleó al perro que más quería”, “yo me separé y me quedé con mis perritos” y “yo me separé y me quedé con mis perritos”, fueron algunos de los comentarios que recibió el video del ministro.

Es importante recordar que todas las especies “nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia”, tal como lo establece la Proclamación de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales.

Además, el abandono de un animal de compañía está catalogado como “un acto cruel y degradante”. Así que si tienes una mascota, recuerda que tienes una responsabilidad y compromiso con ella que no se puede tomar a la ligera, ni siquiera en un proceso de divorcio.

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