Veracruz.- Este viernes Miguel Ángel Yunes Linares y Andrés Manuel López Obrador “le sacaron” al debate. Tanto el gobernador panista de Veracruz como el precandidato presidencial por Morena mantuvieron un show mediático durante la semana, que concluyó en que el mandatario ya no llegó a la cita que él mismo emplazó en Álamo a las cinco de la tarde.
Durante siete días ambos líderes políticos se enfrascaron en una serie de declaraciones y descalificaciones alimentadas por la efervescencia política de cara a las elecciones de 2018.
Yunes estaba decidido a que este fin de semana el tema no fuera otro más que revelar cómo Javier Duarte presuntamente financió a Morena. Un escenario que ha anunciado desde antes de tomar posesión como gobernador, pero que hasta ahora no ha comprobado, esperando el momento político idóneo.
La plaza de Álamo Temapache ya no recibió al mandatario que asegura tener pruebas contra López Obrador. Todo se redujo a una tarde habitual con los globeros, esquiteros y los vendedores de elotes asados con mantequilla y queso alrededor del parque.
Lo que empezó en lo digital, así acabó. Miguel Ángel Yunes lanzó un cuarto llamado contra Andrés Manuel. Él “quería confrontarlo, tener una confrontación de ideas, y mostrarle estos papelitos, donde consta que Duarte le dio dinero a él y a sus vasallos”.
“López Obrador se rajó y no quiso debatir conmigo en Álamo”, dijo el gobernador a pesar de sus bravatas y rehuyó a la prensa que lo siguió hasta la inauguración de las obras del Puente el Ojite en ese municipio.
Yunes se paraba en un punto y los reporteros lo seguían; se movía a otro y allá iban ellos. Cada que le mencionaban a López Obrador, Yunes lanzaba una fuerte mirada contra los reporteros. “Pelaba los ojos azules”, ironizaron los informadores.
“A ver loco, debatimos el día que tú quieras siempre que sea tarde de domingo, porque es el único día que yo descanso”, sentenció Yunes Linares en el video en que lo emplazó.
Nadie esperaba el factor Duarte. Una carta desde el reclusorio Norte desgajó el show: “Tanto a Andrés Manuel López Obrador como a Miguel Ángel Yunes Linares les pido que no me metan en sus pleitos”.
El dos veces excandidato presidencial negó cualquier relación con Duarte de Ochoa y pidió “amor y paz (…) yo no me voy a pelear en Álamo”. Durante varios minutos habló del “nepotismo de los Yunes. Es tarea para historiadores”. Sin embargo, cuando se le cuestionó sobre la injerencia de sus hijos en Morena cortó la entrevista y se subió a la camioneta que lo transporta.
“No eso es muy distinto, mis hijos no son candidatos. No comparen, yo sé que se les ve la carita de yunistas. No es cierto, no es cierto, como crees. De qué periódico eres tú “de pura curiosidad”, dijo mientras se reía y hacía un gesto de incredulidad.
La gente, aglomerada, le llevaba de regalo dos canastos de naranjas recién cortadas. “A ver, esas naranjas”, gritó en lo que firmaba autógrafos.
Por la tarde, Yunes Linares dio un par de entrevistas a medios afines donde seguía descalificando al “loco de López Obrador”. Pero evitaba hablar sobre los documentos y todo quedaba en lo mediático.
En la mañana, en una refresquería frente a la plaza mayor de Álamo, un par de señores comían una torta de carne de cerdo y comentaban: “Hoy viene el Peje y Yunes. Según el gobernador trae papeles contra Morena”.
“Si los tiene que denuncie de una vez”, respondió el segundo, mientras se bebía un refresco de toronja.
Ninguno de los dos políticos quiere perder el tiempo en plena carrera electoral. Andrés Manuel López Obrador concluyó su gira en Tempoal y salió por carretera rumbo a Tampico, Tamaulipas, para seguir en su gira. Miguel Ángel Yunes Linares prefirió ir a la inauguración de un hotel donde se encontró con su hijo Fernando, el alcalde de Veracruz.
Una cosa quedó clara, que nadie se meta con los hijos de ambos políticos. Eso desencadenaría descalificaciones, videoacusaciones y hasta el alarde de un debate que nunca fue.