Y la tecnología en el súper, ¿dónde está?

30 de Noviembre de 2024

Eduardo Penafiel

Y la tecnología en el súper, ¿dónde está?

eduardo peñafiel

Existen ciertas rutinas o acciones que son difíciles de cambiar y en donde la tecnología (por lo menos hasta ahora) no ha logrado tener un impacto muy notable o evidente. Un ejemplo claro es la experiencia dentro de un supermercado. En años recientes y debido al ritmo de vida cada vez más veloz con el cual nos movemos, la experiencia de ir de compras a un súper ha cambiado poco.

Quizá el cambio más notable por parte de los usuarios es que las visitas son cada vez más cortas, ya que debido a la cantidad de información que consultan previamente acerca de lo que quieren comprar, los hace llegar mejor preparados. Algo que influye mucho al punto anterior es que hoy somos más consientes de aquellas marcas que no son tan trasparentes con el impacto que tienen en el medio ambiente, el origen de los ingredientes y que no comunican de forma clara el impacto que tienen en nuestra salud.

Aunque estos aspectos llevan ya varios años dentro de la consciencia colectiva, ha sido complicado y lento el cambio. Un factor importante son los miles de productos de distintas marcas que se concentran en un solo lugar y que debido a esto, el esfuerzo tecnológico para mejorar o influir en la experiencia del usuario se ha limitado a pantallas, kioscos digitales y en algunos casos, cajas de autoservicio para agilizar el tema del pago. Es cierto que llevamos muchos años viendo avances como los de Amazon Go, pero la realidad es que la innovación en esta categoría parece estar estancada.

Las principales cadenas han concentrado sus esfuerzos en entender los patrones de comportamiento en el supermercado y cómo se desplazan dentro del mismo, probando con distintos acomodos de sus anaqueles y estantes, así como creando espacios más grandes y agradables a la vista, buscando que los visitantes pasen más tiempo dentro del espacio físico y por lo tanto, gasten más dinero.

Hoy ya resulta bastante común encontrar áreas de comida dentro de varios supermercados ofreciendo diferentes cocinas y platillos, algo que en principio parece funcionar bien al atraer a nuevos usuarios que al final, están consumiendo lo que se vende ahí (en teoría) y con la posibilidad que compren algo más durante esa visita.

Pero falta mucho por hacer y tal vez el cambio no tiene que ser tan drástico. Los hábitos son difíciles de cambiar pero sin duda es posible influir sobre ellos. La cultura de los descuentos, cupones y la estrategia de guerra de precios al parecer siguen funcionando bien y entregando resultados, pero con la cantidad de opciones que existen hoy en día y casi en cada esquina, las personas parecen estar dispuestas a sacrificar todo tipo de experiencias por visitar aquel súper que les queda más cerca y cumpla con lo básico.

Quizá el problema es que al ser un fan de la tecnología, espero demasiado de las cadenas de supermercados y siento que pronto llegará un carrito inteligente con pantalla integrada que al ingresar los artículos me dirá en qué pasillo se encuentran, si tienen descuento y las recetas que puedo crear a partir de ellos.

Que pronto podré llevar todos mis empaques de plástico y al deposítalos en una máquina de reciclaje, recibiré un cupón de descuento o una bolsa de material reciclado.

Que una aplicación me mandará una alerta para que no se me olvide llevar la bolsa reutilizable y también tendrá notificaciones para no olvidar nada se día.

¿Cuánto tiempo más tendré que esperar? Al parecer, eso lo deciden las grandes cadenas que operan en México, o tal vez un nuevo jugador como Amazon nos dará la sorpresa pronto…

Ojalá.