Con Tiger Woods recuperándose de la operación de emergencia tras su accidente de auto, el mundo del deporte respira este miércoles con cierto alivio pero también se pregunta si este es el final de la carrera del mejor golfista de su generación.
A sus 45 años, y aún peleando por batir los pocos récords que se le resisten, el estadounidense sabe lo que es resucitar deportivamente. En el pasado, Tiger se ha sobrepuesto a nueve operaciones de espalda y rodilla, así como a grandes escándalos por infidelidades y otros accidentes viales que le pusieron en el ojo del huracán.
Ahora afronta una rehabilitación de pronóstico todavía desconocido, después de que la mañana del martes se estrellara solo con su auto en una carretera al sur de Los Ángeles en un accidente del que, en palabras del primer policía en socorrerle, “fue muy afortunado” de poder sobrevivir.
La policía apuntó el martes que Woods podría haber manejado a mayor velocidad de la permitida (72 km/h) en un tramo de carretera descendente y sinuoso, pero el miércoles confirmó que el golfista no enfrentará cargos por conducción imprudente.
“Un cargo de conducción imprudente contiene muchos elementos, esto es puramente un accidente”, dijo el sheriff del condado de Los Ángeles, Alex Villanueva.
El golfista fue operado de urgencia por graves heridas en la pierna derecha. Tiger sufrió fracturas abiertas en la parte superior e inferior de la tibia y el peroné y lesiones adicionales en los huesos del pie y el tobillo, según detalló un comunicado de su fundación la noche del martes.
La noticia de la colisión de Tiger estremeció al mundo del deporte, que este miércoles respiraba con cierto alivio al conocer el inicio de la recuperación del gran ícono del golf.
“Cuando me enteré de la noticia me preocupé mucho. Es bueno saber que estás bien. ¡¡¡¡¡Recupérate pronto amigo!!!!!”, escribió en Twitter el tenista español Rafa Nadal.
Desde Bradenton (Florida), donde los compañeros de Tiger están reunidos para competir en el torneo World Golf Championships, el comisionado de la PGA, Jay Monahan, también ponía por delante el bienestar futuro de la estrella y le expresaba el apoyo total del circuito.
“Ayer cuando pasó tantos aquí estábamos devastados al oír la noticia y al levantarnos hoy estamos tan agradecidos de haber leído ese comunicado anoche y saber que va a estar bien”, dijo el miércoles Monahan.
La investigación del choque continúa
Mientras el golfista inicia su rehabilitación en el Harbor-UCLA Medical Center, la investigación sobre las causas exactas del accidente prosigue y podría prolongarse durante varias semanas.
El vehículo del golfista, quien se encontraba en Los Ángeles para hospedar la semana pasada su torneo anual Genesis Invitational, fue el único implicado en la colisión, ocurrida cerca de una zona residencial de la localidad de Ranchos Palos Verdes.
Su todoterreno Genesis GV80 se salió de la vía, chocó contra el bordillo y contra un árbol y dio varias vueltas de campana antes de terminar volcado en una zona de vegetación.
Los equipos de rescate encontraron a Woods consciente y le extrajeron a través del parabrisas del coche. Después fue trasladado a la clínica en ambulancia y, tras “una larga intervención quirúrgica”, se encontraba en la noche “despierto, receptivo y recuperándose en su habitación”, según su fundación.
El sheriff Villanueva confirmó el miércoles que siguen sin tener ninguna evidencia de que Woods hubiera manejado bajo los efectos del alcohol o algún tipo de droga y avanzó que esperan contar con los datos registrados por el propio vehículo.
“Esperamos que esté equipado (...) con esa caja negra y tengamos alguna información sobre la velocidad. Puede haber sido un factor en este accidente”, señaló.
Las resurrecciones de Tiger
El accidente es un nuevo revés para la legendaria carrera de Tiger, ganador de 15 torneos de Grand Slam y un total de 82 títulos de PGA, una marca solo igualada por el fallecido Sam Snead.
Niño prodigio del golf, Woods irrumpió con fuerza en el circuito en 1997 enfundándose la chaqueta verde del Masters de Augusta con apenas 21 años, en el arranque oficial de la “Tigermanía” que se extendería por el mundo en los siguientes años.
El californiano, uno de los grandes íconos del deporte de este siglo, dominó el circuito pese a sus problemas físicos y a los escándalos personales que estallaron en 2009, cuando se estrelló con su vehículo cerca de su casa en Florida y salieron a la luz múltiples relaciones extramatrimoniales que acabaron en el divorcio con su entonces esposa, la sueca Elin Nordegren.
Con su imagen gravemente dañada, Tiger volvió a la senda de los triunfos en 2012, reencauzando una trayectoria que se vio luego frenada por las cuatro cirugías de espalda que tuvo que afrontar entre 2014 y 2017.
Ese año, Woods fue detenido cerca de su vivienda en Florida después de quedarse dormido al volante de su auto en plena calle, lo cual el golfista justificó por haber tomado una mezcla de medicamentos recetados.
En 2019, cuando pocos contaban ya con él en los torneos importantes, realizó uno de los retornos más impactantes del deporte al conquistar su quinto Masters de Augusta, su primer Grand Slam en 11 años.
“Si hemos aprendido algo a lo largo de los años, es a no descartar nunca a Tiger”, advirtió el martes el expresidente estadounidense Barack Obama.
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