Voto evangélico, en la mira hacia 2024

7 de Septiembre de 2024

Voto evangélico, en la mira hacia 2024

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Este sector religioso no sólo puede apoyar a candidatos, sino que se percató de que son suficientes para ganar una contienda, debido a su liderazgo, incluso arriesgando su reputación espiritual

Como nunca, los cristianos evangélicos, que representan al menos 11 millones con credencial de elector en el país, esta vez no se limitaron a orar por candidatos y partidos, sino que tuvieron una participación muy activa.

De esta forma inclinaron la balanza para dar el triunfo o el tiro de gracia para muchos aspirantes en las elecciones más grandes del país en los últimos años, aunque no la de mayor participación, pues el abstencionismo fue determinante al momento de contar los resultados.

Varias candidatas y candidatos evangélicos fueron postulados por distintos partidos a cargos de elección: desde una aspirante a gobernadora, hasta concejales y diputados locales y federales. A la mayoría no les favoreció el voto, pero quienes ya tienen constancia de mayoría lo hicieron por dos factores: el liderazgo social que representan y pertenecer a una congregación evangélica.

En las elecciones de 2006, cuando los candidatos punteros eran el actual presidente Andrés Manuel López Obrador y el panista Felipe Calderón Hinojosa, el primero ganó la contienda por tan sólo 243 mil 934 votos (el 0.58%). Esos sufragios los ganó no sólo Calderón y su equipo encabezado por el matrimonio de los pastores Alejandro y Rosi Orozco, de la Asociación Civil Casa sobre la Roca y Hugo Eric Flores Cervantes, quienes lo aleccionaron para aparentar ser cristiano ante los grupos evangélicos.

A Felipe Calderón le organizaron varios eventos en los que lo hicieron aparecer como un legítimo “hijo de Dios”, con una familia integrada, las “manos limpias” y promotor de valores bíblicos. Organizaron un márketing cristiano y “vendieron” como un producto religioso en las congregaciones al “hermano Felipe”. Esos votos que en antaño despreció López Obrador, al negarse a tener una reunión con pastores evangélicos en su campaña, fueron a la contabilidad calderonista.

Los cristianos se dieron cuenta de que no sólo podían apoyar a candidatos, sino que eran suficientes para ganar una contienda por su liderazgo. Algunos arriesgaron su reputación espiritual, como la candidata a la gubernatura de Campeche, Magdalena Cocom Arbez, de Redes Sociales Progresistas (RSP), a quien algunos identificaron como “contendiente a modo” para restarle votos evangélicos al abanderado de Movimiento Ciudadano, Eliseo Fernández Montúfar, quien perdió ante Layda Sansores San Román, de Morena, por casi seis mil votos.

En esa entidad dos alianzas de pastores se pronunciaron: una en contra y otra a favor de la morenista. Ambas reclamaban mayor representatividad entre los evangélicos. Al final, los operadores de Layda Sansores convencieron a algunos ministros de culto de que habría cargos para ellos en el gobierno estatal si convencían a sus fieles para votar por Morena.

Abanderados de todas las fuerzas, con y sin experiencia política, pero con presencia religiosa, contendieron en las urnas como el caso del municipio de San Antonino, en Oaxaca, donde el ganador fue Miguel Ángel Hernández Sánchez, de la alianza PRI-PAN-PRD, hijo de un pastor evangélico, quien se llevó el triunfo por escasos 40 votos contra su contendiente más cercano del Partido del Trabajo, quien también fue apoyado por pastores cristianos de la localidad.

CDMX, un caso especial

Más allá del rudimentario análisis poselectoral que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador y los pretextos por los que su partido perdió algunos bastiones en la Ciudad de México, mencionó también como factor al catolicismo tradicional y criticó a aquellos que “van a la iglesia todos los domingos, o a los templos, y confiesan y comulgan para dejar el marcador en cero (limpios de pecados) y luego el domingo, de nuevo lo mismo”.

En la capital del país, evangélicos conservadores estuvieron muy influenciados por el clero antiAMLO que advirtió del “peligro que corren las familias si es que se siguen aprobando leyes como la despenalización del uso de la mariguana, la adopción de niños por parejas homosexuales, la imposición a padres de familia para impartir en escuelas información sobre sexualidad y las sanciones penales para quienes lleven a homosexuales a las “terapias de reconversión”.

La incapacidad y desdén de legisladores y funcionarios del sector salud para abordar estos temas con líderes y actores religiosos y la pasividad de las autoridades del INE para evitar la intervención de actores religiosos en los comicios produjo que la población con mayor posibilidad de acceso a las nuevas tecnologías y redes sociales fuera permeada por la propaganda religiosa que ha venido advirtiendo que Morena “es un peligro” para la familia y la moral.

Sin embargo, el voto fue diferenciado: los cristianos no dieron toda su confianza a los alcaldes, aunque muchos prefirieron que los morenistas sigan haciendo leyes que beneficien a los citadinos, toda vez que Morena ganó mayoría en el Congreso Local y tendría 32 de 66 diputados que hay, conociendo que varias curules serán para la comunidad LGBTT.

Se ahogó el PES

El tiro de gracia al Partido Encuentro Solidario (PES), identificado con los grupos cristianos, se lo dieron los mismos evangélicos no votando por él, a pesar de que muchos líderes emanados del cristianismo fueron designados a una candidatura. La indecisión y las traiciones que se fomentaron desde el liderazgo del partido acabaron por obtener menos del 3% de votos que requería para conservar su registro.

Aunque abanderó algunas causas de los grupos ProVida y ProFamilia, el PES ya no fue opción para pastores ni congregantes, por la bipolaridad política de su Presidente, quien fue asesor del PRI desde la época de Ernesto Zedillo, luego ayudó a la conformación del Partido Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), después impulsó al PAN y a su candidato presidencial Felipe Calderón, y en la campaña priísta intentó unirse al entonces candidato Enrique Peña Nieto, pero finalmente terminó haciendo una alianza con Morena.

Los evangélicos cobraron la factura y sus votos fueron hacia otros partidos. En Chiapas, donde tenía todavía la simpatía de algunos pastores indígenas, los líderes tuvieron una junta estatal en donde acordaron no votar por Morena y darle la confianza a los partidos que estuvieran a favor de la vida y la familia. El resultado: Morena, el PT y el Verde Ecologista arrasaron en las Presidencias Municipales; Acción Nacional no obtuvo ninguna y el PES sólo ganó en tres alcaldías.

Evangélicos en el país al menos nueve estados del territorio nacional aglutinan a la mayor cantidad de cristianos.

Visión presidencial

Al Presidente de la República lo han querido engañar varios evangélicos adjudicándose un liderazgo que no tienen. Uno de ellos fue precisamente Hugo Eric Flores Cervantes, quien en diciembre de 2018, cuando era candidato López Obrador, le hizo un culto-evento para consagrarlo como “el hermano de los cristianos”. Discimuló sus intenciones de prohibir los matrimonios igualitarios y ser partidario de meter a la cárcel a quienes aborten.

Otro fue el Presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, Arturo Farela Gutiérrez, a quien el Jefe del Ejecutivo identificó al principio de su mandato como el representante natural de las más de seis mil Asociaciones Religiosas de corte evangélico, pero que no aglutina ni a 5% de ese total.

Ahora, Farela está impedido a título personal o a sugerencia del equipo presidencial para hacer declaraciones en contra de Morena o a favor del Ejecutivo.

La versión de “cristianismo” que López Obrador tiene, dista de la que predican la mayoría de los pastores, aunque el “voto cautivo” para Morena es mucho menor en comparación al que otorgan y han otorgado los evangélicos para el tabasqueño, el cual se vio reflejado en los estados del Pacífico.

Sufragios preferentes

Un grupo de líderes cristianos busca un acercamiento con el Presidente para proponer acciones que puedan captar a indecisos y abstencionistas

Los evangélicos son la minoría que más votos aporta y la de mayor crecimiento numérico en el país. Por conciencia cívica y por mandato bíblico los cristianos consideran votar como una obligación.

La mayoría de los cristianos no vota por un partido, sino por un candidato, aunque hay pastores y líderes evangélicos en todos los espacios de cualquier color, incluso hay quienes están formando una fuerza política a nivel local y nacional.

Son pocos los “líderes cristianos” que “obligan” a sus congregantes a emitir su sufragio en contra o a favor de un partido o candidato. Pero son todavía menos los congregantes que obedecen a esa instrucción. Evangélicos de Iglesias Históricas (presbiterianos, metodistas, nazarenos, bautistas, congregacionales, entre otros) emiten un voto diferenciado, contrario a los carismáticos, pentecostales y neopentecostales que sufragan de manera corporativa.