“La Naturaleza a veces parece poseída por un humor sardónico” dijo Peyton Rous en su conferencia por la recepción del Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1966.
Sus palabras son más que adecuadas para el reciente de descubrimiento de que ciertas bacterias intestinales pueden llegar a “colaborar” con virus causantes de cáncer en la sangre. En estas páginas y en muchos otros medios se ha comentado sobre los grandes beneficios que tiene la microbiota para nuestra salud.
Antes conocida como flora intestinal y compuesta sobre todo por bacterias aunque también por hongos y virus, esta entidad ayuda a la digestión, nos proporciona nutrientes y metabolitos e incluso trabaja con el sistema inmunitario para defenderse y defendernos de los patógenos.
Sin embargo, desde hace tiempo se sospechaba de que algunas bacterias intestinales podrían estar implicadas en la progresión de los cánceres de intestino y órganos asociados.
Una investigación de la Universidad de Chicago no sólo demostró que algunas bacterias promueven en ratones el desarrollo de la leucemia por virus, al suprimir la respuesta inmunitaria del animal, sino que encontró el modus operandi que, para colmo del humor de la Naturaleza, involucra a tres genes del propio ratón.
Bacterias sospechosas y genes infiltrados
Se considera que el cáncer es el resultado de mutaciones espontáneas que hacen que las células crezcan y se multipliquen sin control, formando tumores. Pero desde 1910, Peyton Rous descubrió que cierto tipo de cáncer podía contagiarse de un pollo a otro. Su hallazgo tardó más de 20 años en ser reconocido; ahora se sabe que el agente de contagio es un retrovirus que incorporara material genético a células que infectan, y que hay retrovirus que causan cánceres.
Desde un estudio publicado en 2011, Tatyana Golovkina y su equipo de la Universidad de Chicago descubrieron que algunos retrovirus que causan cáncer aprovechan a microbios intestinales para replicarse. En ese momento, se trató de un virus que causa tumores mamarios en ratones y que “se esconde” en bacterias intestinales para no ser reconocido por el sistema inmune y, eventualmente, desarrollar tumores.
En el nuevo estudio, publicado el 13 de septiembre en la revista Cell, el equipo de investigación utilizó ratones criados en una instalación especial para que no tuvieran microbio alguno, y ratones criados de manera que no tienen ningún microbio que pueda causar enfermedades pero que tienen microbiotas normales. Tras infectar con el virus de la leucemia murina a ambos grupos de ratones vieron que si bien el virus infectó y se replicó igualmente bien en ambos tipos de ratones, sólo los ratones que tenían microbiota desarrollaron tumores de alta frecuencia.
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Hay que señalar que todas las células infectadas por virus, cancerígenos o de otro tipo, y todas las células cancerosas, por virus o por otras causas, despliegan señales que casi literalmente le dicen al sistema inmune “destrúyeme”, cosa que este hace; por lo que el equipo de Golovkina buscó un mecanismo de evasión inmunitaria dependiente de microbios que permitiera que las células cancerosas inducidas por virus sobrevivieran en el ratón infectado.
Esta búsqueda condujo a tres genes conocidos porque normalmente actúan deteniendo la acción del sistema inmunitario después de que se enfrenta a un patógeno; sin embargo, en este caso, detuvieron la respuesta inmunitaria dirigida contra las células cancerosas generadas por el retrovirus.
Aunque los genes fueron identificados, no está tan claro cuáles de todas las bacterias de la microbiota tienen propiedades promotoras de tumores, por lo que Golovkina y su equipo continúan investigando.
Además, se sabe que dos de los tres genes reguladores inmunitarios son indicadores de mal pronóstico para los seres humanos con algunas formas de cáncer, “pero nadie sabía por qué”, dice Tatyana Golovkina en un comunicado de la Universidad de Chicago. “Ahora tenemos que descubrir qué tienen de especial las bacterias que tienen estas propiedades”, agrega.
2 de los 3
genes
que tienen los ratones y que se activan en la presencia del retrovirus y las bacterias que provocan cáncer también se asocian a esta enfermedad en humanos.
Epílogo de lento cocimiento
El 13 de diciembre de 1966, en la conferencia donde hizo referencia al humor sardónico de la Naturaleza, Peyton Rous, que obtuvo el Nobel por su descubrimiento de 1910,dijo, sin rastro de humor: “Los tumores destruyen al humano de una manera única y espantosa, como carne de su propia carne que de alguna manera se ha vuelto proliferativa, desenfrenada, depredadora e ingobernable”.
También sostuvo que “en la enormidad de nuestra ignorancia hemos recurrido a la táctica del ‘probar y ver’ a gran escala”, en referencia a las quimioterapias en las que se usan distintos venenos que pueden destruir a algunos tumores cancerosos, pero con elevado costo para la salud del paciente. Comentó algunos éxitos que hubo hasta ese momento, como “las leucemias de los niños han sido superadas por la quimioterapia en algunos casos y los singulares linfomas malignos en niños africanos conocidos como enfermedad de Burkitt”.
“Los éxitos obtenidos hasta ahora han sido episódicos y no se ha encontrado ningún indicio, salvo en el caso del pequeño grupo de virus, de lo que sucede en una célula cuando se vuelve neoplásica, y cómo se transmite este estado de cosas cuando se multiplica”, concluyó.
El panorama ha mejorado sobre el conocimiento de las causas del cáncer, pero son pocos los casos en que ese conocimiento se ha incorporado a la generación de curas y tratamientos para los pacientes.
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