Si bien las principales comorbilidades que aumentaban las probabilidades de que las personas pudieran padecer la forma grave de la enfermedad Covid-19 se conocieron desde muy temprano en la pandemia, una más fue revelada el pasado fin de semana: haber soportado adversidades durante la infancia como abuso o negligencia.
Un estudio publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health encontró que la mayor adversidad infantil, reportada por los propios pacientes, se relacionó con entre un 12% y un 25% más de probabilidades de hospitalización y mortalidad por Covid-19.
La investigación, realizada por un equipo de la Universidad de Pittsburgh, se hizo con datos de más de 151 mil 200 personas adultas de mediana edad o mayores tomados del Biobanco del Reino Unido.
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“Estos hallazgos resaltan cómo el trauma en una etapa temprana de la vida puede tener impactos duraderos en la salud décadas después”, afirmó en un comunicado de prensa Jamie L. Hanson, investigador, profesor de psicología y quien encabezó el estudio. Agregó que sus resultados podrían usarse “para limitar los resultados negativos relacionados con la adversidad en futuras pandemias”.
Hanson y su equipo consideran que es posible que el trauma infantil también aumente el riesgo de padecer Covid persistente o larga. “Necesitamos completar más trabajo para comprender cómo la adversidad se mete ‘bajo la piel’ y aumenta la vulnerabilidad a una mala salud después de las infecciones por Covid-19”, dijo Hanson.
Otro estudio, publicado hoy en la revista PLOS ONE, encontró que al menos el 14% de los estadounidenses han tenido Covid larga. Esto se asocia con padecer ansiedad y mal humor, así como con una mayor probabilidad de sufrir problemas continuos de movilidad física y desafíos con la memoria, la concentración o la comprensión.
25% más probabilidades enfrentan los sobrevivientes de trauma infantil de hospitalización y mortalidad por Covid.
La investigación, hecha con datos de 461 mil 550 personas encuestadas por la Oficina del Censo de EU, también encontró que el riesgo de ansiedad y mal humor parecía ser menor para quienes habían sido vacunados, aún si habían padecido Covid persistente.
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