La Unión Europea dejó de ser una región de consumo para convertirse en un importante productor de drogas sintéticas, tanto para uso doméstico como para el mercado mundial, fenómeno que fue posible debido a la participación de bandas criminales de México, advierte el Informe Europeo sobre Drogas 2022.
“La globalización parece estar impulsando algunos de estos cambios, siendo especialmente preocupante la mayor interacción que existe actualmente entre los grupos delictivos internacionales y europeos. Un ejemplo alarmante de ello puede apreciarse en la reciente observación de que los grupos delictivos mexicanos han empezado a implicarse en la producción de drogas sintéticas en la Unión Europea”, señala el documento.
En los últimos cuatro años, distintos informes de la Policía Europea (Europol) han alertado sobre una mayor presencia de organizaciones delictivas mexicanas en territorio europeo —principalmente el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación— mismos que además de traficar cocaína y heroína son reconocidos por su experiencia en la elaboración de anfetaminas, metanfetaminas y fentanilo.
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De acuerdo con el Informe Europeo, la producción de metanfetamina en el continente se ha caracterizado por la utilización de precursores químicos extraídos de medicamentos en laboratorios a pequeña escala. Sin embargo, en los últimos años se han detectado centros a gran escala que utilizan un método de producción más industriales en los Países Bajos y Bélgica, países donde ha despuntado la fabricación de anfetamina y MDMA (éxtasis).
“En este ámbito, también se ha notificado cierta colaboración entre delincuentes europeos y mexicanos para producir grandes cantidades de metanfetamina, utilizando nuevos procesos de fabricación, en relación con laboratorios ilegales de mediana a gran escala”, refiere el reporte.
“Esto suscita preocupación por el hecho de que Europa esté desempeñando un papel más significativo en la oferta mundial, ya que la metanfetamina se produce para su exportación a mercados muy rentables de países no europeos. Es posible que esta producción esté empezando a tener también un impacto en el consumo dentro de la Unión Europea, y varios Estados miembros de la UE, como la República Checa, Alemania y Países Bajos”, agrega.
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