La reciente decisión de la Corte de Apelaciones del Primer Circuito de Estados Unidos, que permite a México demandar a fabricantes de armas estadounidenses, marca un hito en la compleja relación bilateral entre ambos países.
La demanda, presentada en agosto de 2021 y respaldada por el gobierno mexicano, acusa a ocho fabricantes de armas de contribuir al aumento de la violencia armada en México.
En ella se alega que aproximadamente 2.2% de las casi 40 millones de armas fabricadas anualmente en Estados Unidos se introducen ilegalmente en México.
Estas armas, incluyendo casi 600 mil producidas por los acusados como Smith & Wesson, Barret, Beretta, Century International Arms, Colt, Glock, Sturm, Ruger & Co y Witmer Public Safety Group, se utilizan en actividades criminales. La argumentación central de México es que los fabricantes de armas han sido negligentes al no tomar medidas adecuadas para prevenir que sus productos se utilicen ilegalmente en el país vecino.
El gobierno mexicano sostiene que este contrabando de armas ha sido un catalizador esencial para que la nación ocupe el tercer puesto global en muertes relacionadas con armas de fuego.
Pero el daño no se limita a esto, sino que se extiende a las esferas económicas con una disminución en la inversión, la actividad económica y un aumento del gasto en seguridad pública.
La semana pasada, la Corte de Apelaciones determinó que las reclamaciones mexicanas están “estatutariamente exentas” de la Protección del Comercio Legal de Armas de Fuego (PLCAA), revirtiendo la decisión previa de un tribunal de distrito que desestimó la demanda en septiembre de 2022, apoyándose en la PLCAA como su argumento principal.
Este episodio no sólo representa una victoria legal para México, sino que también destaca un cambio significativo en la relación bilateral que se ha dado con la llegada de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y en particular con la participación del anterior canciller, Marcelo Ebrard.
En lugar de aceptar pasivamente una posición subordinada, nuestro país ha buscado de manera activa un diálogo más equitativo y respetuoso con Estados Unidos.
La resolución de este caso no sólo afectará la percepción sobre cómo ambos países manejan los problemas compartidos, sino que también subraya la necesidad de colaboración en la búsqueda de soluciones que serán efectivas en el futuro.
Este cambio se ha evidenciado no sólo en la retórica diplomática, sino en la participación activa de México en los Diálogos de Alto Nivel de Seguridad y Economía.
El foro ha sido un escenario clave para establecer un diálogo más equitativo y constructivo entre ambos países. Tuve el honor de participar de primera mano en varios de estos diálogos, y la sensación era la de un intercambio más equitativo y respetuoso.
En estos cinco años se ha fomentado un ambiente en el que ambas partes han tenido la oportunidad de expresar sus preocupaciones y propuestas sin sentirse subordinadas o relegadas a un papel secundario.
Bajo la dirección, primero de Ebrard, y ahora de Alicia Bárcena, la Cancillería mexicana ha trabajado arduamente para fomentar una relación de iguales con Estados Unidos, para abordar los problemas compartidos de manera colaborativa y constructiva. El cambio en la dinámica es crucial para construir una relación más sólida y basada en el respeto mutuo. La continuidad de esta dinámica es esencial, independientemente de la siguiente administración.
Por lo pronto, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez han permanecido en este enfoque, sosteniendo encuentros con la American Society para fortalecer vínculos con diversos sectores en Estados Unidos.
Esta estrategia de campaña, de forma indudable tendrá un impacto que será significativo en la relación política, independientemente del desenlace de las elecciones estadounidenses en noviembre próximo.
Sin embargo, es imperativo que este ímpetu de colaboración persista con la llegada del próximo gobierno, siempre asegurándose de priorizar los intereses de México y la gobernabilidad nacional.
Al mirar hacia el futuro, el próximo gobierno mexicano deberá mantener un enfoque sólido en la colaboración internacional y la construcción de relaciones robustas.
La política exterior de México debe seguir guiada por la premisa de proteger los intereses nacionales y contribuir positivamente al escenario global.
En este sentido, el reciente hito de México desafiando a los fabricantes de armas estadounidenses no sólo resalta la lucha contra la violencia armada, también representa una evolución hacia una relación bilateral más equitativa.
La continuidad en este enfoque, centrado en buscar justicia y cooperación en temas complejos como la inmigración ilegal y el tráfico ilícito de drogas, armas, y personas, garantizará que la relación México-Estados Unidos sea un pilar estable para el progreso conjunto.
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