Asociaciones Religiosas como la Católica, Presbiteriana, Metodista, Bautista, Nazarena, y muchas de línea pentecostal llevan a cabo un trabajo humanitario con migrantes, tanto en albergues de su propiedad, como en los centros de detención y albergues improvisados que tiene el Instituto Nacional de Migración (INM) para brindar todo tipo de servicios especialmente para centroamericanos que usan a México como trampolín para llegar a Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida.
Son tantos los migrantes que el Gobierno no puede contenerlos ni mucho menos brindarles hospedaje y comida dignas cuando llegan caravanas numerosas. Sobre todo a los miles de niños, adolescentes y mujeres que abandonan su país y ponen su esperanza en la hospitalidad que los mexicanos brindan de manera momentánea, en lo que encuentran la manera de cruzar el Río Bravo o alguna garita.
A decir de las estadísticas que manejan los Ministros de Culto de Iglesias Evangélicas, de cada 10 de ellos, sólo uno logrará llegar y permanecer en Estados Unidos en algún trabajo estable. Los demás son deportados, en el mejor de los casos, ya que la mayoría son contratados o secuestrados por bandas de la delincuencia organizada y se pierden sin que nadie vuelva a saber nada de ellos y ellas. Máxime aquellos que viajan solos o que son menores de edad.
Por ello, organizaciones de la sociedad civil y pastores solicitan permiso al INM para llevar a cabo un trabajo humanitario con estas personas en las instalaciones federales, tal y como lo hacen en centros penitenciarios en todos los Estados del país. Gobernación tiene una lista de más de 155 Asociaciones Religiosas que trabajan en las Estaciones Migratorias, que son el equivalente a una prisión donde están detenidos todos los extranjeros que no pueden acreditar su estancia legal en nuestro país. Existen alrededor de 230 locales propiedad de las Iglesias que dan comida y hospedaje a los migrantes en México. En algunos, han llegado comandos armados para llevarse a niñas y jóvenes. Pocas denuncias, algunas investigaciones y muchos desaparecidos.
El 28 de enero pasado, el INM giró, mediante un oficio, la orden para que Organizaciones de la Sociedad Civil e Iglesias no entraran a estas miniprisiones impidiéndoles llevar a cabo su trabajo, sin dar muchas explicaciones y sólo justificando que el Estado Mexicano está comprometido a con el respeto de los Derechos Humanos. Sin embargo, los pastores consideraron que la orden se debió a la saturación de migrantes detenidos que ingresaron en el último éxodo por la frontera sur, y el impedimento era para agradar al Gobierno de Donald Trump.
Gobernación debió recular el mismo día y desmentir el oficio. Los derechos de los migrantes no eran el verdadero motivo, sino la incapacidad del Estado para contener, atender y salvaguardar la vida de los miles de centroamericanos que llegaron a Chiapas y comenzaron a huir a otros Estados par saturar los otros albergues, donde actualmente se encuentran, en espera de que Migración no los pueda deportar, sino darles asilo, como siempre lo ha hecho en meses anteriores.
Tanto el sacerdote, amigo de lo migrantes, Alejando Solalinde, como otros Ministros de Culto de Iglesias Evangélicas, debieron callar ante la exigencia repentina de un gobierno que pretende ayudar a Donald Tromp a su reelección en la Unión Americana para continuar con una política en la que pueda endosar el maltrato y violación de derechos al Estado Mexicano para obtener votos yunquistas en la Unión Americana.
PALABRA DE HONOR: Muy raro que custodios, personal administrativo y directores de Centros Penitenciarios no estén coludidos en la fuga de reos en las cárceles de la Ciudad de México. La impunidad a todo lo que da en los Reclusorios desde que se inauguraron. Hace falta una limpia desde arriba.