Amerie Jo Garza cumplió 10 años de edad el pasado 10 de mayo. Sus padres le regalaron un teléfono celular desde el cual intentó llamar al 911 para avisar que un individuo estaba disparando a sus compañeros en el interior de una primaria de Uvalde, Texas, Estados Unidos. El tirador era Salvador Ramos Reyes, quien también había cumplido años recientemente y para festejarse se compró dos rifles AR-15. Con uno de ellos asesinó el pasado martes a 19 niños -la mayoría de origen latino- a dos maestras y finalmente fue abatido por la policía que tardó casi una hora en ubicarlo y enfrentarlo.
Ángel Garza, papá de Amerie, ayudaba a las víctimas que yacían todavía en el suelo cuando la policía permitió el ingreso de los padres al colegio. Abrazó a una de las niñas que estaba llena de sangre y le gritaba que habían matado a su mejor amiga. Cuando Ángel preguntó el nombre de su amiga, ella contestó: Amerie.
Eva Mireles e Irma García fueron profesoras que protegieron con sus cuerpos a varios alumnos que estaban en uno de los salones de clase cuando Salvador comenzó a disparar. De la misma manera lo hizo su colega el maestro Arnulfo Reyes, quien logró sobrevivir, aunque recibió impactos de bala cuando cubría a varios chicos salvándoles la vida.
El esposo de la maestra Irma, Joe García, también murió, aunque no estuvo presente durante la balacera. Todavía llevó flores al sepelio de su esposa y horas después sufrió un ataque al corazón que lo privó de la vida. “Murió de amor”, dijeron sus familiares. Mireles también era casada. Su marido, Rubén Ruiz, es agente de la policía escolar. Dos meses antes llevó a cabo un simulacro de tiroteo en esa misma escuela de Uvalde, por la serie de incidentes registrados en contra de personas de origen latino.
Una de las primeras brigadas de auxilio que se apersonaron en las afueras del colegio fue el
Ejército de Salvación
que en circunstancias similares brindan comida, bebidas calientes, cobijas y ayuda espiritual. El pastor Rafael Montañez, radicado en San Antonio, explicó que la labor de esta institución es apoyar a víctimas y familiares. “Cuando supimos de la situación, de inmediato un grupo de pastores y cadetes llegamos para auxiliar a los papás de los niños… Ellos están deshechos y nuestra misión es brindar consuelo”, dice el reverendo.
También estuvieron presentes durante la balacera de noviembre del 2017 en Sutherland Springs, cuando Devin Patrick Kelley de 26 años de edad abrió fuego en el interior de un templo bautista también en el estado de Texas, dejando 26 muertos (7 niñas) y 22 heridos, y finalmente se suicidó.
El Fiscal General de Texas, Ken Paxton, ha propuesto que las Iglesias y otros edificios empleen guardias de seguridad armados profesionales para contrarrestar los eventuales tiroteos. Según el “Archivo de Violencia Armada” (GVA por sus siglas en inglés), organismo que se encarga de compilar el número de masacres y muertos en actos raciales o de odio en contra de la población civil, al menos 650 menores de edad han fallecido en tiroteos durante este año en EU.
Ahora, los latinos en el país vecino tienen más miedo. Y es que el número de agresiones violentas en su contra por parte de supremacistas se fortalecen en la medida en que aumenta el número de víctimas del racismo. Mientras, pastores evangélicos de la Unión Americana llevan a cabo pláticas con congresistas para hacer más laxas las leyes en contra de los migrantes. Otros, siguen orando por que regrese al poder Donald Trump, quien apoya la construcción del muro fronterizo.
PALABRA DE HONOR: “Andrés Manuel López Obrador es el mejor Presidente que ha tenido el narco”, dicen los habitantes del llamado Triángulo Dorado, quienes proponen que si se le cambia el nombre lo puedan llamar el Triángulo Morado. Ironía pura.