Ministros de Culto del Estado de Chiapas están preocupados porque, a decir de ellos, se encuentran en un fuego cruzado entre bandas de narcotraficantes, caciques, taladores de madera, saqueadores, falsos predicadores, zapatistas, funcionarios deshonestos y munícipes coludidos con todos ellos que pretenden quedarse con la mayor parte de la riqueza económica y ecológica que ofrece cada zona en esa entidad.
En la zona de Los Altos, principalmente en el Municipio de Pantelhó, la situación estalló esta semana: los principales grupos de narcos que operan en el país se están disputando esa plaza, lo que produjo el descontento de la población indígena tzotzil y tzeltal y evidenció lo que era un secreto a voces para el gobierno estatal: una gran parte de líderes locales están armados y dispuestos a matar o morir en un intento por no ser despojados de sus propiedades. Incluso hay pastores evangélicos que tienen un equipo adiestrado en el uso de armas cortas y largas… listos para la guerra que ven venir.
Uno de ellos es el pastor “Santís”, que tiene su iglesia principal en el municipio vecino de Chenalhó. Esta localidad cuenta con casi el 70% de población evangélica. Los presbiterianos e iglesias pentecostales y carismáticas han encontrado tierra fértil para hacer aliados con otras congregaciones cristianas y aún con bases católicas que comulgan con la misma teología liberal que han manejado desde hace varias décadas los catequistas del que fuera obispo Samuel Ruiz García, íntimo amigo y consejero de Sebastián Guillén Vicente, alias “Subcomandante Marcos”.
“Decidimos como habitantes de este municipio (Pantelhó), formar Los Machetes, un grupo de autodefensa que va a defender los intereses del pueblo, porque estamos convencidos de que el gobierno está del lado de los narcos y de los malos. Aquí no hay ley, sólo Dios nos ha dado las armas necesarias para defendernos y oramos para que nos de la victoria sobre nuestros enemigos… las armas las teníamos ya desde hace tiempo porque hay caciques que nos quieren despojar de lo que es nuestro y cuando fuimos a poner las denuncias en la Fiscalía, esos mismos son sus amigos. Por eso decidimos confiar en el pueblo. Nos vamos a defender hasta la muerte”, advierte “el hermano Santís” en una entrevista video telefónica, donde mostró su rifle.
Desde San Cristóbal de las Casas, el pastor Esdras Alonso González, uno de los activistas más reconocidos en la región, comenta que en enero pasado fueron incendiadas las casas de varias familias evangélicas. Los expulsaron por el “delito” de ser cristianos, por lo que se abrieron carpetas de investigación y hubo necesidad de pedir la intervención del presidente de la república. “Se comenzó a rumorar que el pastor Alejandro Jiménez, de la Iglesia Alas de Águila, estaba armado y amenazaba con hacerse justicia por mano propia. De inmediato la Fiscalía envió policías y vinieron militares para detenerlo, pero cuando nosotros pedimos justicia para los expulsados no obtuvimos respuesta. En esta región (Los Altos) el narco sentó sus bases desde hace tiempo; van más de 200 ejecutados, el último fue el Fiscal Indígena (Gregorio Pérez Gómez) y o se sabe nada; hay gente armada desde la década de los 90’s, la gente pelea por proteger su territorio; se está armando una guerra”, dice.
Francisco Pérez, catequista en el municipio de Simojovel, también pegado a Pantelhó, considera que “si el gobernador no sale de sus oficinas y se da una vuelta por esa zona para que constate la situación que se vive, dentro de poco habrá que lamentar hechos como el de Acteal (donde fueron masacrados 47 indígenas en diciembre de 1997) porque estamos viendo a un gobernador fallido que sólo atiende órdenes de sus compañeros de partido y desde el centro. Sólo deseamos la paz, y si la paz viene por tomar las armas pues entonces estamos dispuestos a sacar de aquí a los que quieran saquearnos”, indica.
Se suma a esta revoltura incendiaria la belicosidad política de los líderes de Morena y del Partido Verde, así como un grupo extremista religioso, que alienta una campaña antivacunas en la entidad, teniendo como aliada a la pobreza extrema y el analfabetismo que viven casi todas las comunidades indígenas desde tiempos coloniales en el Pantelhó del Siglo XXI.
PALABRA DE HONOR: Se suma a lista de “mujeres superpoderosas de la 4T” la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, quien estaba en calidad de “desaparecida” hasta que se manifestó el pasado miércoles, aunque sea de manera virtual, en una videoconferencia organizada por el Episcopado Mexicano. Padres de familia, profesores, periodistas y hasta sus mismos familiares la buscaron para que diera detalles sobre el riesgoso regreso a clases en pleno repunte de la tercera ola de pandemia. Llueva, truene o relampaguee, la profesora continuará con su papel de “florero” por instrucciones precisas.