El tema de
El fin del mundo
sigue fascinando a los cristianos, al menos a los no católicos. Los recientes sucesos mundiales les abre un abanico de “señales” para afirmar que el término que Dios fijó para la destrucción y renovación de su creación cada día es más evidente y cercano. Por ello es que la literatura respecto al tema abunda y los autores hacen su Buen Fin todos los días del año.
Los llamados milenaristas (que gustan de profetizar fecha y hora de la segunda venida de Cristo y una serie de catástrofes) se dan vuelo e incrementan cada día los grupos en donde se estudia paso a paso lo que será el comienzo del fin. Los Testigos de Jehová ha dado varias fechas que sus dirigentes mundiales calcularon mal, y continúan persuadiendo a sus congregantes para que abandonen toda idea de superación personal ante el inminente y ya próximo
desenlace fatal.
Los incendios forestales en Chile y Libia; terremotos en Turquía, Siria, Marruecos, Nepal, Afganistán e Islandia; inundaciones en Haití, Argentina y Ecuador; huracanes en Derna (Libia) y Acapulco, así como las guerras en Ucrania e Israel (todo en este 2023) dan elementos de prueba a los apasionados del desastre. Sobre todo, el conflicto bélico en Tierra Santa que motiva a organizaciones como
Cristianos Unidos por Israel
(CUFI, por sus siglas en inglés) a intercambiar fechas y horarios entre los amantes de la escatología (parte de la teología que estudia las señales antes del fin del mundo).
Dirigentes de estos colectivos que tienen seguidores a nivel mundial no han llegado a dar una fecha definitiva (basados, dicen, en sus propios estudios bíblicos) de cuándo comenzará el fin, la aparición del Anticristo y la segunda venida de El Mesías, porque no han logrado ponerse de acuerdo ni siquiera en si deben partir del calendario gregoriano o el hebreo para fijar la agenda fatal.
Pastores estadunidenses, africanos y coreanos que han ganado fama mundial por sus predicciones como Robert Jeffress, Temitope Balogun Joshua (mejor conocido como T.B.Joshua) y Young Hoon Lee tienen invitaciones a México para predicar ante auditorios que están dispuestos a pagar por escuchar una fecha, o al menos un calendario espiritual de lo que se aproxima y cotejarlo con lo que ellos pueden predecir, pues como “iluminados de Dios” tienen el cronómetro divino en la malo.
“El final de los tiempos”, “Ya están las señales”, “Se acerca el fin, ¿estás preparado?”, “La actualidad del Apocalipsis”, “Se están cumpliendo las profecías”, son
best sellers
mexicanos, y sus autores, émulos de Jaime Maussan, están en espera de ser invitados no sólo a las mega iglesias, sino a la Cámara de Diputados, para escenificar otro deplorable espectáculo legislativo.
PALABRA DE HONOR: El presidente Andrés Manuel López Obrador se autoinvitó a la 115 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano el pasado viernes donde escuchó a los obispos decir que “nuestras comunidades en México siguen padeciendo la inseguridad y la violencia que crecen de manera exponencial…”. El reclamo no es sólo clerical, es nacional, pero al parecer ni Dios escucha.
