A sus 93 años de edad, Buzz Aldrin es el único de los tres astronautas que llegaron a la Luna por primera vez en la historia de la humanidad, hace 54 años, un 20 de julio. Neil Armstrong fue el primero en pisar la superficie lunar y Aldrin el segundo. Dice que en el momento en poner su pie en el único satélite natural que tiene La Tierra su corazón supo que Dios lo había llevado ahí.
El viajero espacial será recordado, al igual que sus dos compañeros (el otro era Michael Collins) por ser los primeros en alunizar. Se calcula que más de 600 escuelas en el mundo, sobre todo en Estados Unidos, llevan el nombre de Aldrin. Sin embargo, para él lo más importante de la misión Apolo 11 fue cuando, unas horas antes de pisar la superficie selenita, sacó de un pequeño estuche vino y pan para recordar la muerte y resurrección de Cristo, como se hizo en la Última Cena.
Edwin Eugene Aldrin, su verdadero nombre, nació en el seno de una Iglesia Presbiteriana en Nueva Jersey; escribió Return to Earth (Regreso a la Tierra) donde relata sus experiencias abordo de la nave que lo llevó a La Luna, también cuenta en otros escritos autobiográficos su lucha contra la depresión y las drogas y cómo su vida en el cristianismo lo ha llevado a dar conferencias por casi todos los países del mundo.
Relata que en esas charlas con estudiantes, religiosos, académicos, profesionistas, actores, literatos y funcionarios ha tenido una pregunta recurrente: ¿qué se siente ver a Dios tan de cerca? Casi todas sus exposiciones son iniciadas o concluidas con textos bíblicos y nunca falta la anécdota de cuando involucró a sus otros dos compañeros en un ritual cristiano que tuvo como corolario el partimiento del pan y la degustación del vino antes de alunizar.
En entrevista para un medio religioso en Estados Unidos, Aldrin recuerda que no tenía nada en mente más que demostrar que Dios mismo estuvo presente desde el despegue hasta el regreso a La Tierra de la pequeña cápsula que los trajo de regreso: “Me sentí con la responsabilidad de testificar a los millones de estadunidenses que nos vieron despegar y a los otros tantos que nos siguieron a través de los medios hasta nuestro regreso de que Dios es el creador de todo cuanto vemos”, dijo.
“Dios me dio el privilegio de ser el primer humano en la historia en impartir la comunión (partimiento del pan y el vino) en el espacio sideral… desde que supe que viajaría a La Luna tuve claro que Dios me acompañaría y me regresaría con mi familia para celebrar otras tantas veces la comunión… al ver el planeta Tierra desde la nave leí a mis compañeros la porción del apóstol Juan que dice Yo soy la vid y ustedes las ramas… porque separados de mí nada pueden hacer”, comentó.
Actualmente hay, según la Administración Nacional de Aeronáutica y el espacio (NASA, por sus siglas en inglés) cuatro astronautas mexicanos (algunos de origen) en activo que han viajado —o están por hacerlo— al espacio: Rodolfo Neri Vela, J. Daniel Olivas, José Hernández y Ellen Ochoa, esta última de cuna evangélica que dice estar dispuesta a seguir los pasos de Aldrin, pero en Marte.
PALABRA DE HONOR: Finalmente, la Comisión Nacional del Deporte, que dirige Ana Gabriela Guevara Espinoza, tuvo que pagar el retroactivo a las nadadoras mexicanas que exigieron su derecho a recibir la beca que dejaron de pagarles de enero a mayo. ¿Pero qué necesidad de tanta incapacidad?