La mayoría de los mexicanos profesan alguna religión, más del 90% según cifras censales. El cristianismo gana en preferencias en cualquiera de sus versiones: ortodoxos, católicos, evangélicos y de otros credos que se asumen bíblicos como los Testigos de Jehová, adventistas, mormones y de la Luz del Mundo. Sin embargo, gran parte de quienes se dicen creyentes han sabido hacer una separación entre su vida de fe y el campo de los derechos humanos.
En la última década aumentó también el número de no creyentes y de agnósticos, al igual que aquellos que se dicen religiosos pero que no participan en ninguna Iglesia. Paralelamente, poco a poco se suman entidades que despenalizan el aborto, reconocen legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo y los derechos de la comunidad LGBTT, lo que significa que los congresos locales van adaptando leyes más acordes con las garantías para evitar la imposición de una moral religiosa con extremos fanáticos.
México ha vivido en el gobierno una rotación de partidos en las últimas dos décadas (PAN, PRI y hoy Morena), en tanto que la Iglesia Católica resiente una migración de fieles hacia otras congregaciones. O sea, en el pueblo católico lo mismo hay morenistas que panistas y priístas. Los religiosos han preferido votar por las libertades haciendo una sabia separación entre el dogma y el derecho, aunque todavía existen resistencias muy focalizadas que van perdiendo fuerza y credibilidad en este mosaico religioso y político que existe en el país.
La fe es cada día más cuestionada, se aleja de aquel cristianismo importado que nos llegó a México desde varias partes del mundo. El mismo catolicismo ha tenido que eliminar de su credo algunas creencias que tenían sojuzgado al creyente bajo pena de excomunión como la existencia de un limbo, que era la antesala del paraíso. Hoy se pueden comprar anticonceptivos sin necesidad de pagar penitencias.
Hace una década la despenalización del aborto apenas estaba contemplado en la Ciudad de México; los matrimonios entre personas del mismo sexo no eran permitidos; estaba en discusión la adopción homoparental en la capital del país; los grupos Pro Vida penetraron a las Iglesias Evangélicas con dinamismo, haciendo creer a los pastores que con la llegada de un Presidente “cristiano” tendrían más privilegios que cualquier ciudadano… en la actualidad esos grupos pretenden recobrar ese terreno perdido.
Ministros de Culto católicos y evangélicos llevan a cabo jornadas sistemáticas de oración para contrarrestar lo que llaman “el criminal avance de ideología de género en México”. Pastores y sacerdotes se han convertido en “activistas ProVida” -como se autodenominan- con el fin de “concientizar” a la población para que en las próximas elecciones voten a favor de representantes populares que tengan esta misma visión moral, que estén dispuestos a impulsar y modificar leyes con una óptica religiosa.
Pastores de una congregación en el Estado de México, que trabajan bajo el esquema de una Asociación Civil, colectan donativos para continuar con este cometido. El pastor y su esposa saben que “orientar” el voto en contra, o a favor, de un partido o candidato, servirá para que la comunidad LGBT no cuente con todos los derechos que los demás mexicanos tenemos. Los líderes cristianos reciben “ofrendas” incluso a través de transferencias electrónicas o cheques al portador. Y no es sólo en el Edomex, muchos se agrupan por entidad y forman un frente nacional antiderechos.
En enero pasado, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez expuso ante un grupo de sacerdotes lo que le sucedió a dos homosexuales en Indonesia: los golpearon con una vara 77 veces a cada uno cuando los sorprendieron teniendo relaciones sexuales en una casa rentada. El castigo se desarrolló en la vía pública, supervisado por un tribunal religioso. En esa nación no está prohibida la homosexualidad, pero las leyes morales son estrictas, tanto que el adulterio también conlleva sanciones corporales. Luego, el cardenal les explicó las razones por las que es necesario acabar con la “ideología de género” y con sus propagandistas.
Los religiosos están preocupados porque no existen hoy por hoy partidos que lleven su agenda dogmática al Congreso, ni candidatos que se comprometan a frenar lo que consideran “un atentado contra la familia”. Ven con pesar que la ciudadanía votará más con la razón que con la fe, lo cual tendrá el visto bueno de la mayoría de quienes amamos vivir en un país laico.
PALABRA DE HONOR: En una acción coordinada entre varias corporaciones, el pasado 4 de febrero se decomisaron 800 kilos de cocaína en la Alcaldía de Tlalpan en la Ciudad de México. El 18 de enero se logró la incautación de media tonelada del mismo alcaloide en la demarcación Miguel Hidalgo cuando volcó el vehículo que transportaba la droga y que provenía al parecer del Estado de México.
Es obvio que la CDMX está convertida en una mega bodega de estupefacientes en donde los cárteles operan de manera discreta, pero efectiva.