Las llamadas “mega iglesias” también están en la mira de los analistas, no sólo por los recursos económicos que con opacidad reciben y disfrutan algunas de ellas, sino por los daños mentales y familiares que sus integrantes padecen, o padecieron, por las “terapias” de abuso religiosos imparten los líderes y por las cuales también cobran.
La empresa estadounidense Discovery Plus acaba de publicar un reportaje de tres partes sobre una de las congregaciones más grandes del mundo llamada “Hillsong” (nacida en Australia), en el que da cuenta de los escándalos que han protagonizado sus líderes, así como testimonios de excongregantes quienes son víctimas de la opresión a que fueron sometidos cuando buscaron refugio espiritual.
El “éxito” de estas nuevas iglesias consiste en “modernizar” (actualizar) el mensaje bíblico, pero sobre todo el ambiente social, para que los asistentes no se sientan en un viejo edificio lleno adultos mayores, música de órgano y cánticos caducos, sino con gente en su mayoría joven, con un estatus mas media, y un líder a quien no llaman “pastor”, sino por su nombre o apodo.
Esta seducción ha dado resultado en países como México, donde las Asociaciones Religiosas que antes buscaron registrarse con un nombre bíblico como “Belén”, “Sión”, “Monte Tabor”, hoy sus nombres están más acorde con una mercadotecnia celestial que con el apoyo social que en sus inicios brindaron eficazmente Iglesias como la Metodista, Bautista, Nazarena y Presbiteriana.
El trabajo periodístico de Discovery, al igual que otros, han puesto al descubierto al menos tres aspectos que deben tomarse en cuenta: la falta de preparación teológica de los líderes que los lleva a convertirse en sectas, pues al creerse poseedores de la verdad absoluta desprecian a las demás como su pares aflorando la superioridad divina que practican los dirigentes; la turbiedad con que manejan sus finanzas, que trae como resultado el dispendio y la entrada de recursos provenientes de dinero mal habido para engrandecer su membresía; y la falta de atención interdisciplinaria que cada miembro y familia demanda a las iglesias para solventar sus problemas psicológicos, (en ocasiones psiquiátricos), médicos, educativos y de otra índole.
Con su testimonio, los líderes de las mega congregaciones han dañado también la salud mental de sus admiradores. Algunos se han convertido en apóstoles de los apóstatas, es decir, los pecados del líder se convierten de facto en virtudes que los demás quieren imitar. Uno de los casos más emblemáticos fue el de estadunidense David Koresh, cuyo verdadero nombre era Vernon Wayne Howell, quien 1993 llevó a un suicidio colectivo a 54 adultos y 21 niños en un rancho tejano.
En México y países sudamericanos crecen rápido estas comunidades de fe. Algunas se reproducen y al cierto tiempo se dividen, pero los líderes persisten. Ahí están Gaspar Sapalú Alvarado de la Iglesia “Palabra Miel” (Guatemala) con miles de seguidores en nuestro país y su apóstol Arturo Cruz Ontiveros de “Mahnaim”, poseedor de un templo en la alcaldía Iztacalco con miles de incondicionales que le llaman “profeta” y “ungido”. Y Martín Florentino González Dzul, de la Iglesia “Ministerios Fiesta Pentecostal” con sede en Yucatán, considerado como “apóstol”, de quienes daremos más detalles en otra colaboración.
PALABRA DE HONOR: El Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio; el Subsecretario Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, y cientos de funcionarios más se convirtieron en propagandistas de la consulta de Revocación de Mandato, aprovechando sus “vacaciones”, para no incurrir en algún delito electoral. ¡Bienvenida la Semana Santa!