En Estados Unidos y países europeos cada día los jóvenes se atreven a “salir del closet” (hacer evidente y pública su preferencia sexual) con mayor frecuencia, y es que en esas naciones existe un reconocimiento de sus derechos en el entorno laboral, estudiantil, familiar y hasta religioso. En México, la discriminación está presente hasta en los templos, donde debería comenzar la aceptación de todas las personas sin importar raza, posición económica, nivel educativo e inclinación sexual.
La encuestadora Gallup revela en su sondeo de febrero pasado que en el último trienio estudiantes mayores de 18 años han decidido dar a conocer su orientación sexual en un porcentaje del 6% más que en años anteriores, debido a que “hay condiciones menos adversas para hacerlo en la actualidad, aparte de más concientización y respeto a la comunidad LGBTT”.
Unas 15 mil personas mayores de edad fueron encuestadas. Más de la mitad (54%) se identifican como bisexuales y la cuarta parte (24.5%) aceptaron ser homosexuales. Los analistas concluyen que la “Generación Z” (jóvenes nacidos entre 1997 y 2002) son quienes más evidencian su preferencia, lo hacen en varios conglomerados sociales y con menor recato.
Por su parte, el psiquiatra londinense Glynn Harrison atribuye estas respuestas a que los jóvenes de hoy “son más propensos a usar etiquetas de identidad sexual que están de moda y les permite tener aceptación en su círculo”. Basa sus afirmaciones en datos revelados por la casa Ipsos Mori, de Reino Unido, en donde se concluye que poco más de la mitad de estos integrantes de la “Generación Z” dijeron que “solamente se sentían atraídos por el sexo opuesto”. El doctor Harrison, en su libro “Dios, el sexo y el florecer humano”, explica que “muchas de las personas que adoran la nueva ética sexual tienen una gran necesidad de afecto y cariño, por lo que buscan relaciones cálidas y significativas”.
En México los sondeos están más enfocados hacia la discriminación y no a la aceptación. La “Encuesta sobre diversidad y talento LGBT en México” elaborada en 2018, realizada a poco más de 3 mil personas de entre 15 a 69 años vía internet, arrojó datos como que el 80% de los encuestados que admitieron ser homosexuales mencionaron que “es difícil revelar su identidad en el seno familiar; el 49% en la escuela y el 20% con amistades”. No estuvo presente el factor religioso en este ejercicio de preguntas y respuestas, pero hubiera sido interesante conocer el sentir de los jóvenes LGBTT respecto a la aceptación o rechazo que sufren por parte de los Ministros de Culto.
La postura de la Iglesia Católica es conocida, aunque un tanto ambigua. El Papa da señales de aceptación, conciliación y entendimiento hacia los homosexuales. Al otro día desmiente que la Iglesia a su cargo esté lista para dar cobijo y no juzgar a las parejas del mismo sexo. En México, sus cardenales y obispos tienen el mismo guión: respetamos, pero no avalamos el pecado, ni a los pecadores, dicen. Los más conservadores niegan que en sus filas existan preferencias distintas a las heterosexuales. Como también negaron los delitos cometidos por Marcial Maciel Degollado, a quien casi canonizan antes de su muerte y comprobación de las acusaciones sobre violación de niños.
Del lado de los evangélicos hay una actitud moral-religiosa casi unánime dentro del liderazgo: el sexo sólo es bendecido por Dios cuando se practica entre hombre y mujer, lo demás son aberraciones que pueden ser corregidas. Y, aunque pocas Iglesias Cristianas Evangélicas han hecho un pronunciamiento oficial al respecto, en todas existen esas “aberraciones”, sin exceptuar que en el gremio pastoral no sólo se practica la heterosexualidad, además de un tremendo miedo al rechazo, por lo que es comprensible que los evangélicos LGBTT no hagan tan evidentes sus preferencias.
Los Ministros de Culto han comenzado a experimentar, a pesar de la pandemia, que el mismo fenómeno de la “Generación Z se está manifestando en sus congregaciones (católicas y evangélicas): jóvenes que por moda, necesidad de reconocimiento social o reclamo de derechos, han comenzado a descubrir que la versión sobre sexualidad que sus líderes presentan en los templos no es del todo exacta. Así que necesitan información de calidad y no la que les han dado.
PALABRA DE HONOR: Blanca Elena Jiménez Cisneros es ingeniera ambiental e investigadora; ha realizado estancias académicas en Sudáfrica y Brasil en el tema que le apasiona. Es autora de libros, manuales, revistas y artículos sobre tratamiento de aguas residuales. Ha recibido más de 14 premios, medallas y distinciones por investigaciones acerca depreciado líquido. Por todo ello, el Presidente la nombró al inicio de su sexenio como Directora de la Comisión Nacional del Agua, pero ya anunció que la hará embajadora de nuestro país en Francia. En toda su trayectoria no se menciona que tenga experiencia como diplomática. Pues que se vaya remojando…