La Policía Moral y Espiritual de México, conformada por organizaciones, iglesias y ministros de culto ultraconservadores, se opone a la construcción de un templo satánico en el país, cuya edificación ya se inició en el municipio de Catemaco, Veracruz, según lo dio a conocer el mes pasado Enrique Marthen Berdón, uno de los curanderos más reconocidos a nivel mundial.
El llamado “Brujo Mayor” indicó también que el templo satánico estará abierto al público a partir de marzo del año próximo, cuenta con todos los permisos de construcción y tendrá un costo aproximado de cuatro millones de pesos que, según afirma, provienen de los donativos de la feligresía activa. Será más bien un atractivo turístico, consideran los nativos.
Los primeros evangélicos en llegar a México, a finales del siglo XIX fueron tratados como “satánicos” por parte de clérigos que ostentaban el poder religioso hegemónico. El artículo 1 de la Constitución de Apatzingán (1814) decía que “la religión católica, apostólica y romana es la única que se debe profesar en el Estado”, por lo que los “herejes y apóstatas” perderían la ciudadanía.
La incursión de nuevas prácticas religiosas trajo la muerte de cientos de mártires metodistas, presbiterianos, bautistas y nazarenos que pagaron con su vida el “atrevimiento” de profesar un credo distinto al católico.
Los tiempos cambiaron en las décadas subsecuentes: se reconocieron los derechos, la libertad de culto, de expresión, de asociación; en la actualidad desaparece a pasos lentos la intolerancia y discriminación religiosa, pero quedan los militantes de un miniejército que se encarga de salvaguardar “la moral y las buenas costumbres” de la sociedad y que tienen en mente revivir, aunque sea en los hechos, el espíritu de aquel primer artículo constitucional que impedía creer diferente.
Marthen Berdón no hace más que oficializar lo que muchos ignoran: en el país existen cientos de lugares donde se profesan creencias que no precisamente hablan del amor, la bondad, la heterosexualidad y la fe en un Dios omnipotente. No son sitios que tengan un letrero en la fachada, o que se anuncien en medios y redes sociales. Tampoco sus integrantes publicitan, como lo hacen los Testigos de Jehová, sus cánones religiosos afuera de las estaciones del Metro o en lugares públicos.
Son más bien organizaciones secretas a las que no les interesa tener un registro ante la Secretaría de Gobernación, ni el reconocimiento como asociación religiosa y que lo mismo se reúnen en casas particulares que en espacios rentados para practicar su particular forma de culto. Dice Fabián Acosta Rico, catedrático de la Universidad de Valle de Atemajac, que “el satanismo le reconoce al ser humano su animalidad y está ideado para ser permisivo en la procuración de toda satisfacción física y moral, bajo la lógica o entendimiento de las leyes naturales”.
El obispo de la diócesis de Veracruz, Carlos Briseño Arch, la organización Misión Rescate México, que aglutina a organizaciones de ultraderecha y a religiosos ProVida, y hasta el Consejo Representativo de Iglesias Evangélicas en Veracruz están listos con marros y cinceles para derribar lo que apenas se construye.
¡Qué más obras satánicas como el abuso sexual de niños que han consumado pastores y sacerdotes de muchas Iglesias evangélicas, católicas, de la Luz del Mundo y otras dentro de los recintos sagrados y que poco se denuncian!
PALABRA DE HONOR: Mucha difusión en redes ha tenido la entrante secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez Amaya. Le pregunta la periodista: ¿cómo va a aprender un niño las matemáticas en 2° de primaria que ya está dentro del nuevo modelo educativo? Y la funcionaria contesta: “Mmm… no podría contestar”.