A mediados del mes pasado, la SEP presentó su Plan de Estudios de Educación Preescolar, Primaria y Secundaria que por el momento sólo se implementará en 30 escuelas de cada Estado de la República durante el próximo ciclo escolar que buscará desplazar al “programa ideológico económico, político y social neoliberal” instaurado en la época de los 90´s, según dice la dependencia.
El actual gobierno considera que la escuela pública debe ser laica, con “una educación ajena a todo credo religioso, fundamentalismo y dogmatismo ideológico”. Es decir, dejar fuera de los salones de clase cualquier credo o moralidad que se pretenda imponer para todos los alumnos. Si los Testigos de Jehová no desean participar en las ceremonias cívicas, o si los alumnos católicos desean organizar una misa con motivo de su inicio o salida de clases, y si los evangélicos quieren hacer una oración antes de dar inicio a las actividades escolares será de su entera convicción personal, sin que sus compañeros sean copartícipes involuntarios.
Lo que asusta a los grupos ProVida son los temas que esta Nueva Escuela Mexicana (NEM) -modelo educativo que el Presidente de la República busca instaurar- tiene como bases: inclusión, pensamiento crítico, arte y experiencias estéticas, vida saludable, interculturalidad crítica, igualdad de género y apropiación de las culturas a través de la cultura y la escritura. Grupos de padres de familia ven en este nuevo estándar una manera de promover la desmoralización de los alumnos y llevarlos hacia la imposición oficial de la “ideología de género” que tanto combaten y que conllevaría a los menores a homosexualisarse.
Ahora que escuelas reanudaron clases presenciales, después de dos años de verse interrumpidos por la pandemia de Covid-19, se dieron incidentes dignos de comentario: en algunas secundarias se les negó el acceso a alumnos que llevaban el cabello largo o pintado. El Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED) recibió 487 casos de este tipo y debió intervenir en algunos, alegando a favor de los alumnos que “los derechos a la educación y al libre desarrollo de la personalidad deben ser respetados”.
Otra situación se dio en una escuela privada de Veracruz llamada “Instituto Olmeca”, donde los directivos despidieron al profesor Alejandro Salazar Domínguez, un biólogo de 27 años que tuvo la osadía de llevar un par de tenis con los colores del arcoíris. El director del plantel, Pedro García Narcia lo acusó al mentor de “promover la ideología de género, lo que va en contra de la moral y las buenas costumbres del plantel”.
Algunos profesores se han indignado por las declaraciones de CONAPRED y se inclinaron más por el respeto que les deben sus alumnos y las reglas que las asociaciones de padres de familia han dictado verbal y textualmente donde se especifican varias normas de conducta general para los escolares. La mayoría magisterial apuesta más por respetar y hacerse respetar sin que el color o tamaño del cabello sea obstáculo para ello.
Los policías de la moral en México están más preocupados por impedir que los escolares aprendan de educación sexual que por el medio millón de alumnos que dejaron sus estudios debido a la pandemia, la falta de preparación del magisterio y sus pelitos sindicales, así como el remozamiento de aulas, sobre todo en escuelas primarias rurales, donde hace falta hasta agua para los sanitarios.
PALABRA DE HONOR: Grupos evangélicos ya se organizan para entablar pláticas con el candidato o candidata priísta a la gubernatura en el Estado de México. Ofrecerán sus redes laicas y ministeriales a cambio de láminas, cemento y desayunos pastorales pagados por el Partido, como es costumbre.