Todas las Iglesias cuentan con un grupo, aunque sea minúsculo, de menores de edad que acuden generalmente acompañados de sus padres a los cultos y actividades religiosas, pero no cuentan con un protocolo a seguir para prevenir casos de abuso, maltrato, secuestro o acoso al interior de los templos que eventualmente sufrieran los niños y niñas. Tampoco las personas, especialmente los Ministros de Culto que los atienden, están preparados para tales situaciones.
En la última década ha habido un incremento en el número de denuncias de pederastia principalmente, aunque no de manera exclusiva, por parte de sacerdotes católicos. Fue hasta marzo del año pasado cuando la Conferencia del Episcopado Mexicano anunció medidas para prevenir abusos o acoso. Y hasta hace un mes dio a conocer que 271 de sus sacerdotes han sido investigados por abuso sexual en la última década. Aunque, organizaciones internacionales indican que en el mismo lapso se han presentado ante instancias judiciales 550 denuncias.
La Iglesia Católica editó un documento llamado “Líneas Guía del Procedimiento a Seguir en Casos de Abuso Sexual de Menores por Parte del Clérigo”, mientras que congregaciones evangélicas y otras de corte protestante no cuentan con un manual o folleto para prevenir un posible abuso de parte de sus congregantes o dirigentes hacia los niños. Mucho menos algún documento que indique cómo deben proceder los maestros de escuela dominical o catequistas en caso de un posible secuestro, acoso o maltrato. Ni siquiera hay en el 98% de las congregaciones una guía o alguna advertencia que indique qué hacer en caso de un accidente dentro de un templo. En muchos templos ni siquiera tienen botiquín de primero auxilios.
En los últimos años también han aumentado el número de suicidas dentro de las Iglesias. Ha habido hasta 17 en un año, la mayoría jóvenes. Y aunque no se han dado casos de menores de edad, los pastores atienden a adolescentes que presentan cuadros severos de depresión. El INEGI tiene contabilizados en promedio 50 suicidios de menores por mes en los últimos 5 años: uno de cada 10 suicidios en la última década fue perpetrado por niños de entre 10 y 17 años de edad.
Los Ministros de Culto también conocen de cerca los casos de depresión, maltrato y consumo de drogas con que llegan jóvenes y adolescentes a sus Iglesias, quienes rara vez son canalizados a profesionales de la salud, y sólo reciben ayuda espiritual.
Hay varios casos en donde los pastores no han sabido cuál es el procedimiento a seguir: en Cuernavaca, Morelos, en una pequeña Iglesia Evangélica, la madre de un menor lo abandonó en medio del culto y nunca más volvió, el pastor lo entregó dos días después a la autoridad; en Nezahualcóyotl, Estado de México, la familia de un ministro de la Iglesia Centros de Fe impidió que una madre se llevara a su hija, luego de que ella demandó a su esposo -que a su vez era hijo del religioso- por violencia intrafamiliar y a pesar de que tenía la custodia hasta este momento no le permiten verla; en Apodaca, Nuevo León, dos niños fueron secuestrados en un templo Bautista cuando la madre de los gemelos peleaba la custodia, el esposo se los llevó a Estados Unidos, el pastor pidió no levantar denuncia para no verse involucrado; en Matamoros, Tamaulipas una niña de 12 años le comentó al pastor que estaba siendo abusada por su padrastro, el religioso prefirió hablar con el acosador y ambos desaparecieron hace dos años.
Pocos pastores cuentan con la preparación necesaria para atender y prevenir los delitos que se pudieran dar en contra de menores de edad que asisten a sus congregaciones. Son contados quienes conocen cómo funciona la Alerta Amber y cómo dar aviso a las autoridades para reportar casos de abuso y agresión en las Fiscalías Especializadas.
PALABRA DE HONOR: Luego de confirmase que existe una investigación por malversar más de 50 millones de pesos en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Irma Eréndira Sandoval encargada de minimizar los casos de corrupción en la 4T -y también titular de la Secretaría de la Función Pública- comentó que son “montos modestos”, comparados con regímenes anteriores. O sea, la oficina a su cargo no tiene razón de ser, diría felizmente Manuel Bartlett Díaz.