Los crímenes de odio en contra de religiosos están vigentes: en Alemania un hombre asesinó a seis integrantes de los Testigos de Jehová y luego se suicidó. En Estados Unidos una persona de la comunidad trans dio muerte a tres alumnos y a tres adultos en una escuela presbiteriana y murió abatida por la policía. Ambos casos el mes pasado.
De las razones se sabe poco, pero los antecedentes de ambos revelan que existía un odio alimentado por las enseñanzas morales de los líderes religiosos. La policía de Nashville, Tennessee, indicó que son atípicos los casos de “mujeres tiradoras”. Incluso el presidente Joe Biden, a pregunta expresa, señaló que ignoraba el por qué del ataque.
Lo sucedido en la Unión Americana se relaciona con una serie de asesinatos en escuelas, como el del año pasado (24 de mayo) en Texas, donde un joven de 18 años asesinó a sangre fría a 21 personas y dejó heridas a 17 más. Aunque no todos los ataques están relacionados con motivos religiosos, líderes de movimientos espirituales tanto en Europa como en América del Norte coinciden en que los crímenes “podrían tener un trasfondo espiritual, pues el cristianismo está en la mira de los fundamentalistas de otras religiones y antireligiosos”, comenta el pastor canadiense Arthur Pawlowski, quien fue detenido recientemente durante la huelga de camioneros en abril del año pasado.
En cuanto a los Testigos de Jehová, con una membresía mundial de aproximadamente 10 millones de personas, han sufrido ataques por sus creencias en varios países; los más agresivos en África, donde han sido asesinados en aldeas y ciudades pequeñas por grupos extremistas islámicos. Se les considera una secta, por sus radicales posturas frente a la autoridad gubernamental, y también forman parte de la intolerancia espiritual en el mundo. Según sus propios datos, en México llegan a conformar esta Iglesia al menos dos millones, en su mayoría varones mayores de edad.
El pasado 9 de marzo, un hombre de 35 años de edad disparó a varias personas que se encontraban en un templo de los también llamados “Atalayas” en Hamburgo, Alemania, dando muerte a siete, dejó heridas a ocho más y enseguida se quitó la vida. Las autoridades recomendaron a los Testigos no celebrar reuniones, pues podría haber ataques similares en su contra en los próximos días.
Tanto en el caso de Nashville (EU), como en el de Hamburgo (Alemania), los perpetradores eran exintegrantes de esas iglesias. El pastor luterano alemán Noha Hillert, explica que “es recurrente que miembros de Iglesias que salen afectados por la doctrina regresen a cometer actos de violencia o a causar destrozos al lugar donde fueron educados espiritualmente, por motivos que sólo ellos conocen”.
En México, los crímenes y agresiones en contra, principalmente de sacerdotes y activistas católicos, no han sido tan frecuentes y violentos. El caso de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos, que presuntamente fueron ultimados por sus labores a favor de sectores vulnerables en Chihuahua son el ejemplo más parecido y reciente.
PALABRA DE HONOR: Y hablando de abusos religiosos: el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano, aparece en un video besando en la boca a un menor de edad en un evento público, a quien le pide “chupar su lengua”. El líder religioso se disculpó y su oficina lo tomó como un “juego inocente” de su parte, según un comunicado. En nuestro país poco son los ministros de culto denunciados que acosan y abusan de menores de edad bajo el amparo de una investidura de liderazgo religioso. Pero los hay…