El Alzheimer se apodera del gobierno federal. Primero fue con la refinería de Dos Bocas, ahora con el proyecto del Tren Maya.
A dos meses de que se inaugurara la refinería “Olmeca” en Dos Bocas, Tabasco, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación reveló que se había aumentado el costo de una de las obras insignias de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador porque no se contemplaron algunos equipos, como la construcción de un gasoducto.
Hoy la historia se repite, en otra de las obras prioritarias del gobierno actual, el Tren Maya. Este martes, el mandatario reconoció que se requieren talleres y cocheras donde se guardarán los trenes, lo que no se había contemplado en la obra inicial.
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Además, aunque ha rechazado la destrucción de la selva por grupos hoteleros, como Xcaret, a quien ha criticado en diversas ocasiones, reconoció que será necesario construir hoteles muy cerca de las zonas arqueológicas por las que pasará el Tren Maya.
López Obrador aseguró que será en diciembre del 2023 cuando se finalice la obra y, a partir de julio del próximo año, ya se iniciarán las pruebas con trenes, lo que lo llevó a recordar la falta de instalaciones para su mantenimiento.
Tras reconocer esto, cambió inmediatamente el discurso. Prometió dejar miles de hectáreas de reserva de zonas naturales protegidas y reconoció el apoyo de la gente que habita por donde va a pasar la obra, la cual ha sido “generosísima”.
El agradecimiento no sólo era por el apoyo, sino por la demanda de acción colectiva interpuesta por habitantes del municipio de Solidaridad, Quintana Roo, contra la empresa Calica, a quien el mandatario busca que deje de explotar los recursos de la zona, pero que recientemente obtuvo una medida cautelar que prohíbe al Presidente de México “atacarlos” durante sus mañaneras.
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