UNAM, anatomía del conflicto: Las huellas de 1986 y 1999
Cada movimiento al interior de la UNAM tiene sus resortes y formas propias de conducirse. Antes de los colectivos feministas, en el centro estuvieron el Consejo General de Huelga y el Consejo Estudiantil Universitario
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Los colectivos feministas que desde hace casi tres meses levantan la voz para exigir el cese a la violencia sexual al interior de la UNAM son el nuevo resorte de las movilizaciones en la máxima casa de estudios, en las que estudiantes lo mismo se enfrentaron a las autoridades para exigir mayor horizontalidad en la toma de decisiones que pararon las actividades para evitar el aumento de cuotas.
Hace 20 años, con la incursión de mil elementos de la Policía Federal en las instalaciones de Ciudad Universitaria, concluyó el paro estudiantil más largo en la historia de la UNAM: los uniformados detuvieron a 700 estudiantes que fueron trasladados al Reclusorio Sur y al consejo para menores, acusados de motín, lesiones, asociación delictuosa, sabotaje, robo y daño en propiedad ajena.
Tras 10 meses de protesta y en un ambiente de hostilidad, la universidad reanudó sus actividades con más de mil estudiantes presos, algunos liberados hasta seis meses después, de acuerdo con las Memorias de la Huelga Estudiantil en la UNAM de 1999 a 2000.
En medio de una profunda crisis económica, los organismos financieros internacionales recomendaban a los gobiernos modificar las políticas educativas y establecer cuotas de recuperación para que los estudiantes pagaran su formación.
México hizo suya la propuesta y en diciembre de 1998, en el Presupuesto de Egresos de la Federación, propuso promover esquemas alternativos de financiamiento para que los subsidios federales beneficiaran a los más pobres y no a jóvenes que contaba con posibilidades de cubrir parcial o totalmente el costos de su educación.
En la UNAM, el rector Francisco Barnés logró la modificación del Reglamento General de Inscripciones y el Reglamento General de Exámenes que eliminaba cuatro turnos del Colegio de Ciencias y Humanidades, lo que impactó en la matrícula de estudiantes.
Además, se reglamentó el “pase automático” y se impuso un promedio mínimo de 7, lo que dificultaba a los estudiantes elegir carrera, plantel y sede.
Francisco Barnés propuso derogar y modificar el Reglamento General de Pagos de 1966 que establecía una cuota de 20 centavos por inscripción para establecer tarifas semestrales basadas en el salario mínimo vigente.
Los estudiantes realizaron asambleas a las que el rector nunca asistió y comenzaron a escalar las protestas: marchas, asambleas, paros. Las autoridades universitarias no dieron visos de dialogar para modificar el Reglamento General de Pagos; por el contrario, el Consejo Universitario se trasladó al Instituto Nacional de Cardiología para aprobarlo y entonces los estudiantes decidieron ir a huelga no sólo por la imposición, sino por la manera ilegítima en que lograron su aprobación.
La asamblea definitiva para el movimiento se realizó el 15 de abril de 1999 y contó con el respaldo de 70 mil estudiantes. El 20 de abril se constituyó el Consejo General de Huelga que logró reunir a 120 representantes por escuela, todos con voz y voto.
Trece años antes, el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), creado el 31 de octubre 1986, fue el referente inmediato del Consejo General de Huelga, pero no el único movimiento representado en la lucha.
El CEU fue un movimiento al interior de la universidad que frenó una serie de reformas promovidas en 1986 por el entonces rector, Jorge Carpizo.
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