Una solución única para un problema multifactorial
Así como la presente administración favorece proyectos como el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas, en materia de educación, el programa preferente es el de las Becas Universales Benito Juárez, que se otorgan directamente a todos los estudiantes del nivel medio superior aunque no lo necesiten
Muchas instituciones y programas del sector educativo han padecido serios recortes en la presente administración. En sus inicios, el entonces secretario Esteban Moctezuma instruyó una disminución de 20% a la operación de todas las áreas de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Recientemente, la secretaria Delfina Gómez hizo un llamado para un nuevo recorte, aunque el oficio respectivo no especificaba parámetros para ello. A lo anterior se agrega la reducción sustancial o eliminación de una serie de programas con fuertes implicaciones en la calidad y la equidad educativa: han sido afectadas las acciones de formación docente y educación para adultos, además de los programas que atienden a escuelas en comunidades aisladas, indígenas, migrantes y a la convivencia escolar, por citar algunas.
¿La austeridad asignará recursos a otras acciones estratégicas para atender a los estudiantes durante la contingencia, para apoyar la educación de grupos desfavorecidos, o bien para orientarlos al sector salud? Nada de lo anterior. Los recursos se reasignarán al interior del rubro educativo para favorecer la entrega de dinero en efectivo a las personas, aun cuando esta decisión debilite a instituciones y programas importantes que incluyen a quienes velan por la equidad y la calidad.
Los recursos totales para la educación no han disminuido con respecto a los erogados hasta 2018. Como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto federal en educación de 2021 (3.3%) es incluso ligeramente superior al de 2018 (3.2%). ¿A dónde se han dirigido los recursos derivados de las reducciones? Así como la presente administración ha seleccionado en otros sectores programas específicos como prioridad (Tren Maya, refinería de Dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía), en materia educativa, el programa consentido son las Becas Universales Benito Juárez para la Educación Media Superior, que llegan a todos los estudiantes de escuelas públicas de ese nivel, lo necesiten o no. Este programa tiene una asignación de más de 33 mil millones de pesos solamente para el presente año, que representa un incremento de más de 18 mil millones con respecto a lo presupuestado en 2018 para becas en este nivel educativo.
¿Es una buena idea quitar presupuesto a las instituciones públicas para entregarlo a los estudiantes? Desde el punto de vista de la escuela neoliberal, lo es. Las personas, consideran ellos, tienen un mejor criterio para usar los recursos que el gobierno, que a su parecer es más ineficaz. De ahí sus propuestas de reducir los impuestos y el gasto público: entre menos gobierno, para ellos es mejor. Una postura totalmente diferente es la de las naciones social demócratas, como las naciones escandinavas, por ejemplo. Ahí, el gasto público es un instrumento para equilibrar las condiciones de vida de la población. Con altas tasas impositivas se financia un gobierno fuerte que, en vez de repartir dinero, ofrece servicios públicos de buena calidad para todos sus ciudadanos. Aquí damos efectivo a costa de debilitar a las instituciones públicas; allá se fortalece a éstas porque se consideran esenciales para asegurar servicios de calidad incluso para los menos favorecidos.
Las becas para educación media superior son muy útiles cuando se entregan a quienes las necesitan, pues cumplen con el propósito de evitar el abandono escolar. Al entregarse a todos los estudiantes, sin embargo, se incluye a un número importante de alumnos que no las necesitan. Dar becas a todos es innecesario porque la investigación señala que la falta de recursos es sólo una de las muchas causas del abandono escolar (ver ENADEMS 2011). Ello se ha comprobado ya en nuestro país: el programa Prepa Sí de la Ciudad de México ofrece esos apoyos desde 2007 a todos los estudiantes de sus planteles públicos. En el ciclo escolar 2006-07 la capital tenía un porcentaje de abandono de 15.2%, lo que la ubicaba en la posición 12 entre las entidades del país. Diez años después de la aplicación ininterrumpida de Prepa Sí, el abandono escolar se elevó a 20.6%, lo que desplazó a Ciudad de México hasta el lugar 32 del país: la entidad federativa económicamente más próspera tuvo los peores resultados nacionales en este indicador, a pesar de contar con becas universales. Se han minimizado o eliminado acciones que sabemos que funcionan, y se han cambiado por otras que han demostrado que no funcionan.
¿A quiénes habría que darle beca para asegurar la eficiencia de los recursos? A quienes realmente las necesitan. El Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 reconoce que, de los 33 mil millones asignados al programa, solamente 6.6 mil millones irán a grupos vulnerables. Con el resto de los recursos se podrían plantear acciones que hoy carecen de financiamiento: apoyar a los estados para limpiar y desinfectar escuelas que están abandonadas y sucias, iniciar acciones de apoyo para incorporar al sistema educativo a los 5.3 millones de personas de entre 3 y 17 años que no asisten a la escuela (INEGI, 2020), reforzar los esquemas de educación a distancia que se ven frágiles en extremo, ofrecer atención socioemocional a maestros, alumnos y familias, apoyar la capacitación docente para ayudarlos a adaptarse de la mejor manera a las nuevas exigencias de la profesión, apuntalar programas de capacitación para que jóvenes y adultos puedan encontrar fuente de sustento, etc. Todo lo anterior parece esencial, pero hoy son temas relegados por el gobierno y reciben recursos mínimos o nulos. En medio de una emergencia histórica que amenaza con hacer crecer la desigualdad académica y en pleno centenario de la SEP, olvidamos para qué sirve la política educativa.
“A todos los jóvenes de bachillerato les damos dinero (lo necesiten o no) que le hemos quitado a sus escuelas y a programas para estudiantes de bajos recursos”. Esa es en suma, la propuesta educativa que hoy opera en la educación nacional y que debe expresarse tal como es.
Tiempos extra
Ante el nuevo llamado a la austeridad en SEP, ¿en dónde pueden los recortes ocasionar mayor daño? En las áreas que diseñan, coordinan y acompañan los programas educativos que llegan a las escuelas. Suena obvio, pero no lo es. Con frecuencia estas son sacrificadas, pues ahí se ubican especialistas que no son recomendados de alguien; técnicos que “no entienden” de política; gente que “ya estaba” y que no llegó con el equipo actual. Se nos olvida que esas áreas normalmente no son parte del problema y siempre pueden contribuir a la solución.