La industria cementera mexicana, una de las más grandes del mundo, tiene un potencial de ventas anuales de casi ocho mil millones de dólares repartidos entre sus seis participantes, de los cuales los tres más grandes, Cemex, Holcim y Cruz Azul concentran el 80% del mercado. El resto está en manos de la ítalo-española Cementos Moctezuma, Grupo Cementos Chihuahua y Cementos Fortaleza, está última propiedad de los magnates Carlos Slim Helú y el también banquero Antonio del Valle Ruiz.
De las seis empresas, la Cooperativa La Cruz Azul tiene algunas ventajas fiscales sobre sus rivales comerciales, esto por su constitución bajo la actual Ley General de Sociedades Cooperativas que otorga ciertos beneficios respecto al impuesto sobre la renta (ISR).
En su carácter de empresa privada, Cruz Azul se vuelve en un agujero negro, ya que su información financiera es prácticamente inexistente en forma pública, por lo que se desconoce el mínimo de sus activos y mucho menos sus ganancias. A diferencia del resto de empresas que una u otra manera tienen acciones representativas de su capital social en las bolsas de valores, lo cual las obliga a revelar su información además, de los “eventos” relevantes que puedan incidir en sus estados financieros.
Desde que se dieron a conocer las irregularidades en la Cooperativa, por las que más de una decena de sus exdirectivos tienen órdenes de aprehensión, los nuevos funcionarios encargados se comprometieron con los cooperativistas a realizar una auditoría y darles a conocer los resultados, pero después de un año, esto no ha ocurrido.
La información de la industria cementera en general es guardada como un secreto. Por ejemplo, los datos públicos más recientes sobre la producción de cemento gris en el país por parte de la Cámara Nacional del Cemento (Canamec) datan de 2019.
Hasta hace unos años, era el Servicio Geológico de Estados Unidos (United States Geological Survey) quien reportaba que México era el decimocuarto mayor productor del adhesivo para la construcción en el mundo.
Por ejemplo, según el Servicio Geológico, en el primer semestre de 2021, a pesar de que México es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, el vecino país del norte, por cada tonelada de cemento que compró en México, de Turquía se importaron tres toneladas.