Y hablando de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, activistas serios y organizaciones con agendas sociales reconocidas por la ONU y otros organismos internacionales están muy preocupados porque llegue a la presidencia de esa institución Rosario Piedra Ibarra. No la descalifican como persona ni como profesional, sino porque el organismo surgió hace 26 años ante los excesos cometidos por las autoridades y se erigió como un contrapeso del poder para impedir y levantar la voz ante los abusos. Entonces temen que doña Rosario, por su cercanía y afinidad con el presidente Andrés Manuel López Obrador, dude en ser este contrapeso y debilite a la Comisión, sumado a su inexperiencia y a su falta de conocimiento de las problemáticas actuales, por eso han estado acercándose a los senadores para impedir que esto se consume.