A una semana de los devastadores sismos que golpearon Siria y Turquía, los esfuerzos por encontrar sobrevivientes ya no son prioridad. En su lugar, la ayuda humanitaria se centra en atender a las personas que se quedaron sin hogar, así como trabajar por mantener las condiciones de salud adecuadas para prevenir y tratar enfermedades.
En la localidad turca de Kahramanmaras, cerca del epicentro, se instalaron 30 mil tiendas de campaña y se contabilizan al menos 48 mil damnificados en escuelas y otras 11 mil 500 personas albergadas en centros deportivos.
Asimismo, los servicios de comunicación comienzan a restablecerse en Turquía, y pasada la conmoción, los ciudadanos han comenzado a manifestar quejas por las condiciones de los edificios residenciales y la respuesta de su gobierno ante el desastre.
Pero, aunque cada vez es más difícil, todavía se han encontrado algunas personas vivas entre las montañas de cascotes de las ciudades que quedaron destruidas tras el terrible temblor. Ejemplo de ello es el rescate de un niño de 12 años en la provincia de Hatay, 182 horas después del terremoto.
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Siria, con menos alternativas. La situación es otra en este país, ya que pese al levantamiento temporal del bloqueo por parte de Occidente, la ayuda sigue siendo insuficiente y desigual. Por este motivo, y tras la presión de ciudadanos e instancias internacionales, el presidente Bashar al Asad acordó abrir dos nuevos pasos fronterizos para permitir el ingreso de ayuda humanitaria.
“Hasta ahora le hemos fallado a la gente del noroeste de Siria. Tienen derecho a sentirse abandonados, esperando una ayuda internacional que no ha llegado”, señaló Martin Griffiths, jefe de emergencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una organización que ya ha mandado 10 camiones con materiales como plásticos para confeccionar albergues de emergencia, cuerdas y mantas.
Sin embargo, los propios funcionarios de la instancia reconocen que su apoyo se queda corto frente a las grandes necesidades de los sobrevivientes, que desde antes del sismo ya vivían con un sistema de salud fracturado y pocas opciones de vivienda y bienestar debido a la guerra civil que comenzó hace más de 10 años.
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