Última llamada para frenar la deforestación del Amazonas
Actualmente, el Amazonas alberga más del 10% de la biodiversidad terrestre de la Tierra. También almacena emisiones globales de CO2 para 20 años
Aunque la deforestación, minería y caza indiscriminada en la selva del Amazonas ya ha dejado sentir sus efectos, lo peor podría estar por venir.
Así lo explica un estudio publicado en la revista Nature, que detalla que el daño a este bosque tropical ya traspasó un límite seguro, y de llegar a un punto de inflexión, no solo dejará consecuencias en todo el mundo, sino que ni siquiera se puede conocer la magnitud del daño.
El estudio de las condiciones actuales, así como la creación de modelos predictivos han hecho de este estudio el más completo hasta ahora. El autor, Bernardo Flores, de la Universidad Federal de Santa Catarina, en Brasil, explicó que para 2050, entre el 10% y el 47% de los bosques amazónicos estarían expuestos a perturbaciones, lo que desencadenará efectos en todo el ecosistema, y a su vez, generará un efecto colateral adverso para el cambio climático, especialmente en la región.
El tiempo de actuar ya se superó, ya que se estima que 15% de la superficie que comprende el Amazonas ya fue talada, mientras que 17% presenta otros daños por la actividad humana, tales como minería, asentamientos y caza. A esto se suma un 38% que podría resultar afectado próximamente debido a las sequías y otros estragos de la emergencia climática.
De esta forma se plantearon tres escenarios posibles: un bosque degradado, una sábana de arena y un dosel abierto —un conjunto de árboles altos que no han crecido juntos— degradado. Pero en cualquiera de las alternativas, el pronóstico es el mismo: aumento de incendios forestales y sequías en la región.
Y es que el calentamiento global representa una de las mayores amenazas actuales para el bosque tropical. Durante la estación seca, la temperatura en las partes central y sur del Amazonas ya es 2 grados mayor que hace 40 años, y para 2050, el termómetro podría subir hasta cuatro grados adicionales.
El calor resultante afectará a los pueblos cercanos, y la productividad forestal y la capacidad de almacenamiento de carbono se reducirán drásticamente. Estos pronósticos, sin embargo, podrían quedarse cortos en un escenario real, en el que hasta el momento no se dimensiona la intensidad del daño ni sus consecuencias.
Actualmente, el Amazonas alberga más del 10% de la biodiversidad terrestre de la Tierra. También almacena emisiones globales de CO2 para 20 años, y aporta hasta el 50% de las precipitaciones en la región, características que podrían perderse en los próximos años.
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BM