Trumpbosis. Yes, we can!

26 de Noviembre de 2024

Trumpbosis. Yes, we can!

Necesidades en seguridad, economía y migración mantienen altas expectativas de lo que pueda hacer “Mr. Brexit”

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Jorge Buendía

La victoria de Trump es una ruptura en muchos sentidos. Las claves que siempre han ayudado a entender la política estadunidense dejaron de serlo: un candidato puede hacer comentarios racistas, misóginos, negarse a revelar su declaración de impuestos...y aún así ganará. Trump sabía de lo que hablaba cuando dijo que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida y la gente seguiría votando por él. La razón es simple: cuando detrás de una candidatura está el deseo de cambio, la xenofobia o el enojo, no importa el mensajero, sino el mensaje. ES DE INTERÉS Apatía demócrata catapultó a Trump La noche que Times Square calló Trump a Obama: “fue un honor” Felicitaciones republicanas a regañadientes Clinton derrota a Trump en voto popular VIDEO | Actos racistas se multiplican en EU En retrospectiva todos veremos las señales que apuntaban a una victoria de Trump. Para empezar, lo difícil que es para un partido ganar la presidencia de EU por tres elecciones consecutivas. Desde la postguerra sólo ha ocurrido una vez (1980-1992). La encuesta de salida también muestra que el atributo más valorado por el votante estadunidense fue la capacidad de generar un cambio (39%) seguido de lejos por la experiencia adecuada (21%), buen juicio (20%) y preocupación por el ciudadano pro- medio (15%).

›Trump ganó de manera abrumadora el voto de quienes quieren un cambio: 83 a 14. Haciendo números gruesos, 32 de los 47 puntos porcentuales que obtuvo en esta elección provienen de la demanda de cambio.

Hillary Clinton fue una presa muy fácil en este entorno: pocos apellidos representan al establishment como el suyo. Trump, por el contrario, es un outsider en más de un sentido: jamás se ha dedicado a la política y, sobre todo, su mensaje y su retórica han roto con todas las formas preestablecidas de hacer política tanto en Washington como en la arena internacional. En suma, Trump fue un candidato creíble al decir que él significaba el cambio. Esta fortaleza de Trump encontró un inmejorable caldo de cultivo en la candidatura de Clinton. A pesar de su género, Hillary nunca fue vista como un camino al cambio. La misma demanda que ocho años atrás llevó a Obama a un histórico triunfo jugó ahora a favor de Trump. El hombre de la piel naranja puede sin rubor exclamar “Yes, We Can!”.

El apoyo para Clinton provino de quienes compartieron su visión sobre las cualidades necesarias en un presidente de Estados Unidos: empatía, temperamento y experiencia. Esta agenda, sin embargo, sucumbió ante un electorado que ve con temor el futuro y el mundo exterior. Trump ganó fácilmente el voto de quienes creen que el tema más importante en esta elección fue el terrorismo (57 a 39) y la inmigración (64 a 32).

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Esto subraya que poco importó el paso de Clinton por el Departamento de Estado: temas tradicionales de política exterior como los ya mencionados los ganó Trump. Los estadounidenses quieren un cambio de política exterior. Para ponerlo en lenguaje trumpiano, Clinton cuenta con la experiencia equivocada.

Naturalmente que los claroscuros de la economía estadounidense alimentan el deseo de cambio. El tema económico fue el más importante para los votantes (52%) pero, a pesar de indicadores económicos positivos, Clinton sólo se benefició marginalmente de ellos: los más preocupados por el tema votaron 52 a 42 en su favor, difícilmente una señal de que estaban contentos con el gobierno en turno. Más aún, uno de los segmentos donde disminuyó más el voto demócrata fue entre las personas de menores ingresos. Obama ganó fácilmente en este grupo (+22) mientras que la ventaja de Clinton fue de sólo 9 puntos.

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Las percepciones sobre la economía dividen al electorado estadunidense: aproximadamente un tercio cree que la economía está mejor que hace un año pero un porcentaje similar opina lo contrario. Si la percepción del pasado económico divide a los estadunidenses, el futuro también lo hace: 37% cree que las próximas generaciones verán mejores días que los actuales mientras que un 34% considera que serán peores. Obvia decir que los descontentos y pesimistas son la columna vertebral de la coalición trumpista.

¿Quién podría mejorar la economía?

96% Clinton

94% Trump

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La coalición de Trump tiene rostro y género. La brecha fue amplia: los hombres con Trump (+12) y las mujeres con Hillary (+12). Al igual que en el caso de Brexit, la gente de mayor edad, menos educada y que habita zonas rurales y pequeñas ciudades, se inclinó por la opción conservadora. Quienes viven en estos lugares, 17% de los votantes, respaldaron a Trump ampliamente (+28). Hace cuatro años, votaron a partes iguales por Obama y Romney.

›Lamentablemente, la coalición de Trump también tiene claros tintes raciales. Su triunfo se debe a la población blanca (58 a 37) mientras que las minorías se opusieron rotundamente a su candidatura. Los hispanos votaron 65 a 29 por Clinton (aunque no la respaldaron en la misma proporción que a Obama quien recibió 71% del voto hispano).

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Al igual que Obama, el republicano Trump tendrá la difícil tarea de sastisfacer las expectativas de cambio que su candidatura ha generado. A diferencia del actual presidente, que deja el cargo en enero próximo, Trump no tiene dificultad en cambiar posturas y, por trayectoria y edad, tampoco es previsible que quiera dejar un legado político.

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En su flexibilidad ideológica, por llamarla de alguna forma, radica la esperanza de que su comportamiento estará a la altura de lo que su país y el mundo requieren. *Las cifras de encuesta de salida fueron tomadas de The Washington Post y CNN