La derrota que recién recibieron los republicanos a manos de los demócratas en la elección especial de Pennsylvania y los efectos que ésta puede tener para Donald Trump en el corto plazo, pasó de noche. En un signo de desgracia para los republicanos de Trump, ocho meses antes de las elecciones intermedias, el demócrata moderado Conor Lamb venció al republicano conservador Rick Saccone, en la competencia electoral por un escaño de la Cámara de Representantes. La elección debería haber sido un aliciente para los republicanos en un distrito que Trump ganó por casi 20 puntos en las elecciones presidenciales de 2016, pero no fue así; a pesar de que el propio presidente hizo campaña por Saccone, quien comenzó la carrera muy por delante de Lamb.
El líder republicano en el Congreso, Paul Ryan, calificó las elecciones como una “llamada de atención”. Lo hizo en una reunión con miembros del partido en la Cámara de Representantes, a quienes impulsó a recaudar más fondos para la campaña. También les instó a hacer más para destacar los recortes de impuestos aprobados por el Congreso dominado por republicanos y firmados por Trump, pues es, hasta el momento, la única victoria política real con la que Trump cuenta para ofrecer a su base electoral con miras a las elecciones intermedias en noviembre. Una victoria que ha sido opacada por la cantidad de problemas y distracciones que Trump le genera a su base legislativa.
En múltiples ocasiones, el Congreso ha dicho que prácticamente se encuentra por cerrar, con menos de 75 sesiones antes de las elecciones intermedias, tomando en cuenta lo que ha ocurrido en los últimos meses con el conflicto legislativo que no comulga con las estrategias de Trump, pero que tampoco las ataca. En ese sentido es complicado que el Congreso haga algo de aquí a las intermedias. Por eso la necesidad de generar victorias políticas a través de la confrontación con México y otros países que le sirven como piñata.
De aquí a las elecciones de medio término, Donald Trump tiene por cumplir todavía sus dos más grandes promesas referentes a México: construir el muro y cancelar el TLC. Hace unos días, CNN reportó que la aprobación de Trump iba en aumento, gracias a la situación económica del país, que es pujante por la gasolina inyectada con la reforma fiscal, entre otras medidas.
›Por la reforma fiscal, Trump ganó en aprobación con grupos que jamás se han acercado a su campaña. Y es que el gran titular de la nueva encuesta nacional de CNN fue este: “Donald Trump se encuentra en su mayor índice de aprobación en casi un año”.
Si bien el 42% de aprobación no es exactamente grandioso, Trump obtuvo una marca de 35% en una encuesta de CNN en febrero y de 42% en una encuesta de CNN realizada en marzo.
Esa es una ganancia que vale a partir del apoyo que ha recibido, pues Trump obtuvo una aprobación de 50% en marzo en comparación con el 42% en febrero. Los jóvenes y los electores de mediana edad también han sumado a los números de aprobación, terminando con los graduados universitarios. Una buena explicación para este apoyo está en el recorte de impuestos, que beneficia a estos grupos.
Pero la aprobación en ascenso tampoco es espectacular. Trump se aleja de algunos de los personajes que más le apoyaron durante su campaña política. El pasar de los meses le ha impedido cumplir promesas que catapultaron su campaña durante 2016. Específicamente, la construcción del muro. Ninguna promesa emocionaba más a sus seguidores que la de un muro, que no llegará entendiendo la imposibilidad que tendrá para conseguir el dinero en este periodo legislativo prácticamente perdido ante la llegada de las elecciones. La inexistencia del muro será el gran pendiente con el que él y su partido llegarán a la elección con personajes como la comentarista ultraconservadora Ann Coulter, distanciándose de Trump ante su incapacidad para entregar la anhelada promesa.
Si bien es cierto que el presidente Trump no estará en la boleta en noviembre, las elecciones serán un referéndum sobre él, como lo fue en el 2010 para el presidente Barack Obama, y en 2006 para el presidente George W. Bush. Es casi seguro que los republicanos perderán asientos. La única pregunta es: ¿será una derrota contundente o solo algunas pérdidas manejables para los republicanos?
En el caso de Trump, hay mucho más en juego que su legado y agenda política. Está en juego su permanencia como presidente de los Estados Unidos, con un Congreso, en caso de perder en noviembre, en manos de los demócratas. La derrota republicana en Pennsylvania es parte de la realización que el partido está teniendo a nivel electoral, a pesar de que los demócratas no han sido eficientes en comunicar un mensaje de oposición ante la falta de liderazgo.
Lo ocurrido en Pennsylvania es el indicativo que Trump vio para volver a radicalizar su posición contra México. Lo que ocurra con China y la guerra comercial que ha emprendido con el país asiático confirma la toma del ala nacionalista de su gobierno, sector que no cuenta con la cancelación del TLC. Los símbolos de la aprobación que le ha provocado el aumento en las últimas semanas y que tienen que ver con una buena economía al corto plazo, le impedirán a Trump cumplir con la amenaza de romper con el Tratado. Una promesa más que no habrá cumplido a su base. Una razón más para radicalizar el discurso contra nuestro país.
De aquí a las elecciones, Trump puede haber resuelto la crisis nuclear con Corea del Norte de la mano de Corea del Sur y China, pero eso no será suficiente para su base, si es que no les entrega algún tipo de resultado migratorio. El discurso de aquí a entonces seguramente será más agresivo del que hemos visto en Twitter amenazando a México con detener la caravana que viene de Centroamérica y que ha sido todo un tema con la prensa en los Estados Unidos. La amenaza de enviar al ejercito al límite con México para detener a los migrantes ante la falta de una frontera segura es la muestra de la desesperación en la que ha entrado ante la falta de resultados en sus principales y atractivas promesas contra nuestro país.
La respuesta del gobierno mexicano a través de el embajador Gerónimo Gutiérrez, que ha salido del anonimato para aparecer en programas de la cadena pro Trump y la favorita del presidente, Fox News, se ha ligado a la del canciller mexicano Luis Videgaray, que a través de Twitter atacaron a los medios más consultados. Podría resultar efectiva a corto plazo, pero el gobierno debe pensar en soluciones más allá de Fox News y Twitter para responder a una presidencia típicamente agresiva y ofensiva con un país que es un socio históricamente estratégico.
Mientras tanto, noviembre espera una incertidumbre electoral que podría terminar con el control que tiene el presidente sobre las cámaras legislativas y, a su vez, en la medida que los demócratas empujen la investigación que mantiene Robert Mueller, también podría ser el futuro de su permanencia en la Casa Blanca. Pero un tipo como Donald Trump ha demostrado que no se va abajo fácilmente, y de aquí a que eso ocurra, o no, peleará con todo para mostrar a su base una combinación de candidato-presidente que tenga a México como piñata en una radicalización discursiva cada vez más notoria.