Es tiempo de aceptar que Trump se mantendrá en el poder el tiempo que el electorado decida, que por lo pronto es, el primer término para el que fue electo. El presidente tiene ya su mira puesta en la próxima elección y ha iniciado ya su campaña de reelección.
El Congreso, que es en su mayoría republicano, ha logrado mantener el caso de Rusia y la obstrucción de justicia en un segundo plano. Si bien es cierto que las comparecencias de James Comey y otros líderes de la inteligencia estadunidense han sido públicas y muy publicitadas, mediáticas, poco han cambiado en las comisiones especiales que están siendo obstruidas por los mismos republicanos por obvias razones.
Falta conocer la conclusión y el reporte final de la comisión especial liderada por Robert Mueller para entender la posibilidad real de un impeachment o la interrupción de la presidencia Trump, pero si no existe una “pistola humeante” que señale directamente al presidente de cometer un delito, es difícil pensar en un final fatal para Trump.
Lejos de ello, las filtraciones al Washington Post y New York Times parecen haber dejado de llegar con la frecuencia que lo hacían hace algunas semanas y que realmente sacudieron por días a la administración, a tal grado de ponerla contra las cuerdas en varios aspectos que van desde la investigación independiente comandada por Mueller, hasta los conflictos de interés de los diferentes protagonistas de la Casa Blanca.
Desde la Procuraduría de Justicia, con Jeff Sessions al frente, se propusierona perseguir a los responsables de las filtraciones a la prensa; de alguna manera las agresivas advertencias del gobierno ante una comunidad de inteligencia que tenía prácticamente abierta una llave hacia la prensa, funcionaron para que, por el momento, la información interna dejara de llegar.
La retórica republicana está funcionando. El partido ha logrado ganar y retener las cuatro elecciones que se han llevado a cabo desde que Trump llegó a la presidencia. Los demócratas se encuentran perdidos; mientras tanto, en una crisis de identidad con un liderazgo caduco —Pelosi y Schummer— y sin una figura clara que los pueda liderar hacia el próximo periodo electoral. La poca defensa que han podido realizar de asuntos como el Obamacare han llegado más por las dudas de los mismos republicanos conservadores que de los demócratas.
›Queda por ver el destino real que tendrá la reforma de salud de Obama, no obstante de que avance o no en el Senado, es innegable que Trump ha logrado deshacer gran parte de la agenda Obama en medio ambiente, derechos progresistas, regulaciones financieras y va por la seguridad social a través de Obamacare.
Poco a poco bajo la nube y el escándalo de la supuesta injerencia de Rusia en la elección pasada, Trump ha logrado avanzar su agenda lo suficiente como para tener contenta a su base. Por lo que a ellos concierne, Trump ha cumplido con sus promesas una por una y ellos también piensan ya en su reelección. Los números y encuestas nacionales en Estados Unidos y la percepción de ese país a nivel internacional han decrecido considerablemente, pero todo eso no ha dañado la percepción que tiene con su audiencia electoral que estratégicamente le funciona para ganar eleciones.
El avance de la agenda Trump se puede observar también en la Victoria parcial y temporal que ha obtenido Trump por parte de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos. Por fin puede decirle a su audiencia, como por su puesto lo hizo en Twitter, que cumplió con la promesa de prohibir la entrada de musulmanes a los Estados Unidos por más relativo que eso pueda resultar en la realidad. Para él y sus electores el hecho de que la Suprema Corte le haya permitido la prohibición de entrada a ciudadanos de seis países de población mayoritariamente musulmana, mientras revisan el caso que ha sido rechazado ya por la novena corte de circuito, es un triunfo. Lo que había sido una batalla contra el poder judicial desde un principio, que incluyó insultos y descalificaciones para los jueces, ahora le ha dado una victoria que sin importar el resultado final y real, le durará para explotar en su campaña por la reelección.
Es cierto que aún hay mucho camino por recorrer y esto apenas inicia, pero la claridad se comienza a asomar a un gobierno con un inicio caótico, pero al que le ha resultado sencillo destituir lo construido en la administración anterior, sobre todo en cuestión de órdenes ejecutivas. Mientras tanto, el barco avanza en calma luego de la tormenta que ha generado un boquete que implica una preocupación, pero que no impide ese avance. El mundo según Trump es uno muy diferente al actual y el orden mundial se ha re acomodado rápidamente y estamos viviendo en él. Más vale acostumbrarnos y pensar en cómo contrarrestarlo con inteligencia a pensar en la interrupción de su presidencia, pues en realidad parece estar muy lejos en este momento.
Los buenos deseos no pudieron impedir que Trump llegara a la presidencia. Los buenos deseos tampoco evitarán que Trump termine su mandato. A los medios de comunicación tradicionales que se encuentran bajo ataque de Trump, les toca y queda probar la teoría que han estado planteando en sus diferentes medios: que la campaña de Trump tuvo contacto con el gobierno de Rusia para influenciar la elección y que el presidente Trump intentó obstruir la justicia en dicha investigación.
Para ellos su credibilidad está en juego ante un escenario en el que Trump ha ganado en cuanto al descrédito y percepción. Para los demócratas es fundamental una nueva visión y estrategia. Queda por ver qué tanto Obama se apersonará y tomará el liderazgo de un partido que desesperadamente lo necesita o si verán hacia las nuevas generaciones como Corey Booker y otros jóvenes demócratas para renovar un partido que pierde la partida ante un personaje que ha resultado ser, hasta el momento, indestructible.