Mattathias Schwartz* |The Intercept_
Inmediatamente después de tomar juramento como presidente el viernes, Donald J. Trump dijo: “estamos transfiriendo el poder de Washington, D.C., y devolviéndoselo a ustedes, el pueblo estadounidense”.
Documentos obtenidos por The Intercept muestran exactamente a qué personas Trump les está devolviendo el poder, y se trata de la parte más rica de la sociedad estadounidense. La administración entrante asignó al menos una docena de los 183 lugares en la plataforma de inauguración a donantes y recaudadores de fondos, quienes se sentaron junto a los recién designados al gabinete, senadores y familia inmediata del presidente Trump. Otros 49 asientos para el servicio religioso previo a la inauguración, celebrado la mañana del viernes, y al que asistió Trump, fueron asignados a un solo recaudador de fondos multimillonario.
Los documentos, que provienen del comité organizador de la inauguración, pintan un cuadro claramente diferente al que Trump presentó durante la campaña, el de un populista espasmódico que derribaría “al sistema amañado” y drenaría el “pantano” corrupto de Washington, liberándolo de la influencia financiera.
Si estos documentos sirven de pista, el círculo íntimo de Trump se está configurando para ser aún más plutocrático e insular que el de los presidentes anteriores.
Los documentos incluyen una lista de invitados VIP a la ceremonia religiosa del viernes por la mañana, así como asientos detrás de Trump en la plataforma inaugural mientras él tomaba juramento. Entre ellos figuran algunos personajes que hicieron donaciones gigantescas, como Sheldon Adelson, Carl Icahn, Steve Wynn, Woody Johnson y Richard Lefrak, cinco multimillonarios con una fortuna combinada de más de 60 mil millones de dólares (mdd). Según los reportes, Adelson fue parte de un reducido y selecto grupo de personas que estrechó la mano de Trump después de su discurso inaugural.
Thomas J. Barrack Jr., un multimillonario menos conocido que presidió el Comité Presidencial de Inauguración de Trump, recibió 49 de los 259 asientos para el servicio del viernes por la mañana en la Iglesia Episcopal de San Juan, a la que asistieron Trump y su familia —más asientos que los asignados a todos los donantes combinados—. Según informes, el comité recaudó 100 millones de dólares en dinero privado para ayudar a pagar las festividades de la inauguración. Barrack y seis de sus invitados tuvieron asientos en la plataforma de la inauguración. La asignación de asientos personales de Barrack para el servicio religioso es comparable a la del vicepresidente Mike Pence, quien recibió 52 asientos en la iglesia y 42 escaños en la plataforma para “amigos y familiares”.
Uno de los “amigos y familiares” de Trump es Peter Thiel, cuya fortuna es de más de 2 mil mdd, y quien cofundó la empresa de minería de datos Palantir Technologies. Thiel aparece como “TBD” —pendiente de ser determinado— para el servicio religioso y tenía un asiento asignado en la plataforma inaugural. No está claro si Thiel realmente asistió.
En 2013, el New York Times publicó una tabla incompleta mostrando a muchos de los asistentes a los que se les concedieron asientos para el evento de inauguración del segundo término de Barack Obama. El Times sólo pudo identificar a dos de ellos como mega donadores: Chris Hughes, cofundador de Facebook, y su esposo Sean Eldridge.
Un portavoz del equipo de transición Trump no respondió inmediatamente a las solicitudes de comentarios que hicimos vía telefónica y correo electrónico. * Mattathias Schwartz es reportero de seguridad nacional de The Intercept. Ha colaborado como redactor en New York Times Magazine, The New Yorker, y actualmente es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores. En el pasado, ha contribuido a las ediciones impresas del Wall Street Journal, Wired, Bloomberg BusinessWeek, MIT Technology Review, Harper’s y London Review of Books, entre otras publicaciones. Él fundó y financió el Philadelphia Independent y trabajó como redactor y Publisher de su serie de 21 entregas “Una masacre en Jamaica”, la investigación de Schwartz sobre la extradición de Christopher “Dudus” Coke, para The New Yorker, ganó el Livingston Award de reporteo internacional.