Tras medio año de encierro, Portugal inicia última etapa de desconfinamiento
El país europeo aplica una reapertura gradual que no ha provocado rebrotes de la pandemia de Covid-19
Tras
seis
meses
de estado de
emergencia
sanitaria, marcados por un letal invierno,
Portugal
inició el sábado la última etapa de un desconfinamiento gradual que, por ahora, no ha provocado un rebrote de la epidemia
del Covid-19.
El levantamiento o aligeramiento de restricciones sanitarias prosigue este fin de semana, con la reapertura de las fronteras terrestres con España, los primeros conciertos-test y la ampliación de horarios de cafés, restaurantes, comercios y espacios culturales.
“Esto me da la sensación de recuperar la libertad”, afirma Clara Nogueira, mientras hace fila para asistir a un concierto-test con 400 espectadores en Braga, en el noroeste del país, al aire libre, pero con mascarillas, distancia social y control de temperatura obligatorio.
Las asociaciones y promotores de espectáculos que montaron la operación esperan así convencer a las autoridades de que sigan levantando las restricciones para “salvar el verano” de este sector cultural “a la espera de alcanzar la inmunidad de grupo” explica uno de sus directivos, Alvaro Covoes.
Con una incidencia
del
coronavirus que se ha reducido de mitad desde el inicio
del
desconfinamiento, a 66 casos por cada 100 mil habitantes, Portugal ocupaba el sábado el 93º puesto mundial, cuando a principios de año estaba en lo más alto de esa clasificación.
“Ejemplar” respeto de reglas
El viernes no se produjo ningún fallecimiento causado por la Covid-19, por segundo día en esta semana. Era algo que no ocurría desde agosto de 2020. Desde el inicio de la pandemia este país de 10 millones de habitantes ha registrado cerca de 17 mil muertos.
Con récords diarios de más de 16 mil casos y 300 muertos, la violenta ola llegó a su máximo a fines de enero, provocando la saturación de numerosos hospitales portugueses, pero también fue “una de las olas más rápidamente controladas en el mundo” de acuerdo al virólogo Pedro Simas.
Ello se debió, según él, a dos factores principales: “un respeto ejemplar de la normas sanitarias” y “la inmunidad adquirida por 30 a 40% de la población”, por infección o vacunación.
Cerca de 22% de la población portuguesa ha recibido al menos una dosis de vacuna y a fines de mayo todas las personas de más de 60 años, las más vulnerables, deberían estar vacunadas.
“Situación de calamidad”
Por este motivo, el gobierno contempla aliviar más a fines de mes las restricciones aún en vigor, indicó el jueves el primer ministro Antonio Costa, aunque llamó a la prudencia pues “el país no puede considerar que la situación está resuelta”.
En la noche
del
viernes al sábado, el estado de
emergencia
fue reducido en un nivel, a una “situación de calamidad”, un marco jurídico que permite a las autoridades mantener ciertos sectores de actividad cerrados, imponer el porte de mascarillas o mantener la obligación
del
teletrabajo cuando es posible.
Los controles en las fronteras terrestres con España, restablecidos desde fines de enero, han sido levantados. Pero el ministerio
del
Interior anunció el sábado que prolonga las restricciones a los viajes al menos hasta el 16 de mayo.
Hasta entonces solo se permiten los desplazamientos considerados esenciales y los viajeros que provengan de países con una incidencia superior a 500 casos por cada 100 mil habitantes, como Brasil, deberán respetar una cuarentena de 14 días.
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