Los zimbabuenses votaban este lunes en las primeras elecciones desde la caída del presidente Robert Mugabe, que durante las casi cuatro décadas que estuvo en el poder sumió al país en una grave crisis económica. Un récord de 23 candidatos concurren a las presidenciales, organizadas el mismo tiempo que las legislativas y las municipales. Pero la contienda por la presidencia se centra en el presidente saliente Emmerson Mnangagwa, exaliado de Mugabe y presidente del partido gubernamental ZANU-PF, y el opositor Nelson Chamisa, representante del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC). Tras haber monopolizado la presidencia desde la independencia de Zimbabue en 1980, Mugabe, de 94 años, fue forzado a dimitir en noviembre por su propio partido con el apoyo de los militares. Y estas primeras elecciones de la era post Mugabe suscitaban un gran entusiasmo. En la capital, Harare, los zimbabuenses, envueltos en mantas para protegerse del intenso frío, hacían cola frente a los colegios electorales tres horas antes de la apertura de las urnas a las 07H00 (05H00 GMT). Los colegios cerrarán a las 19H00 (17H00 GMT) y los resultados deben conocerse antes del 4 de agosto. “Estamos contentos de que Mugabe se haya ido, pero las cosas tienen que cambiar”, afirmaba Tendau Ngowera, empleado en una tabacalera, que se disponía a votar por Chamisa. El ZANU-PF está en el poder “desde hace 37 años (...). Van a seguir robando, no vamos a tolerarlo”, agregó. “Demos una oportunidad” a Emmerson Mnangagwa, decía por su parte Paddington Mujeyi, un vendedor de perfume de 30 años. “Desde hace meses, hemos visto cambios en lo relativo a la libertad. No se nos acosa como en tiempos de Mugabe”, agregaba.
Intervención sorpresa de Mugabe
En la víspera de los comicios, Mugabe compareció por sorpresa para llamar a los votantes a sacar del poder a su formación y dio su apoyo a Chamisa, de 40 años, quien se hizo recientemente con el liderazgo del MDC, tras la muerte de su dirigente histórico, Morgan Tsvangirai, el eterno rival de Mugabe. Pero en los sondeos el favorito es Mnangagwa, de 75 años, un miembro de la élite del ZANU-PF que se presenta como el hombre de la renovación para Zimbabue, una nación del sur de África sumida en una grave crisis económica por la gestión de Mugabe. Aún así, Chamisa, se ha aferrado a la contienda y espera poder captar a la población joven más proclive a votar por un cambio y dar un portazo a la vieja guardia. Desde su despampanante mansión de Harare, donde Mugabe disfruta de un dorado otoño del patriarca, dio la espalda a su partido en una rueda de prensa en la que ajustó las cuentas pendientes. “Confío en que las elecciones de mañana servirán para derrotar al actual gobierno militar”, dijo. “No puedo votar por aquellos que me atormentaron, elegiré entre los otros 22 candidatos”, afirmó diciendo que lo “correcto” era votar por Chamisa. Mnangagwa, que se juega su legitimidad en el poder, salió al paso y dijo que las declaraciones de Mugabe eran una prueba de que Chamisa estaba aliado con el exlíder. Chamisa también salió a la palestra. “Yo no tengo nada que ver con lo que el presidente Mugabe quiera decir como votante”, dijo. La brecha entre ambos se redujo recientemente: Mnangagwa contaba con un 40% de las intenciones de voto, frente un 37% de Chamisa, según un sondeo publicado hace diez días por el grupo Afrobarometer. Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta este domingo, está previsto que se organice una segunda vuelta el 8 de septiembre. Durante toda la campaña, el presidente Mnangagwa prometió el apogeo de una “nueva democracia” y miles de millones de dólares de inversiones para resucitar la economía, arruinada por la crisis y las catastróficas reformas de su predecesor. Pero sus detractores son reticentes, dado que está acusado de ser uno de los ejecutores de la represión de Mugabe. La oposición denunció por su parte irregularidades en la preparación de las elecciones y Chamisa aseguró que los comicios iban a estar empañados por el fraude.