Moscú, Rusia. El mexicano es visible. Por el grito, el sombrero, la música. No hay lugar para pasar desapercibido. Si llegue hasta Rusia, que se escuche hasta Siberia la trompeta y el guitarrón. Un mariachi amenizó la noche para aficionados mexicanos y los curiosos que se acercaban a tomar fotos y escuchar los acordes de “Cielito lindo”, “La vida no vale nada” y otras famosas canciones mexicanas.
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