‘Todo era polvo y confusión’; vecinos narran desprendimiento del Chiquihuite

8 de Febrero de 2025

‘Todo era polvo y confusión’; vecinos narran desprendimiento del Chiquihuite

La tragedia ocurrida en el cerro del Chiquihuite, ubicado en Tlalnepantla, es contada por quienes padecieron en carne viva el deslave de ayer

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Itzel estaba terminando una de sus tareas cuando un fuerte estruendo le hizo saltar de la silla y correr al patio con otra de sus hermanas. Por un momento pensó que se trataba de un nuevo sismo debido al corto, pero brusco movimiento que sintió bajo sus pies; lo mismo supusieron otras personas que habitan el mismo inmueble, y que como ellas, salieron rápidamente de sus viviendas al sentir que el piso temblaba.

Aún extrañados por el fuerte ruido, la enorme cantidad de polvo y los chiflidos que se escuchaban en la calle, los vecinos de Itzel salieron para averiguar qué estaba sucediendo. En cuanto abrieron el portón metálico de color negro se sorprendieron al ver personas corriendo en dirección a la parte más angosta y alta de su calle, que ahora se encontraba bloqueada por enormes piedras que se habían desprendido del cerro a sus espaldas.

Ramón, uno de los vecinos que salió primero, pidió a las niñas que avisaran a sus padres, ya que ambos trabajan y no se encontraban en el lugar. Como ellos, la mayoría de los vecinos de la calle Club Alpino Chimalhuacán comenzaron a mandar mensajes a sus familiares, mientras intentaban organizar las primeras ayudas.

Los mensajes comenzaron a fluir en el grupo de Facebook que los vecinos de la colonia Lázaro Cárdenas, una de las más grandes en América Latina, utilizan para comunicar noticias y anuncios que son importantes. Fue así como muchos de sus habitantes, quienes estaban en el trabajo, se enteraron de lo que había pasado cerca de sus casas.

Sobre las serpenteantes e inclinadas calles de esta colonia comenzaron a llegar equipos de ayuda, pero también muchas motonetas con personas que se apresuraron a subir en búsqueda de sus familiares, o bien para transportar herramientas, agua y material necesario para las tareas de rescate que apenas comenzaban.

Algunos jóvenes como Ángel, que cruzaba por la zona cuando ocurrió el desprendimiento, no dudaron en subir de inmediato a tratar de ayudar, e incluso llamaron a sus amigos para “dar una mano a sus vecinos”. Estos primeros voluntarios lograron remover al menos dos camiones de escombros, y fueron esenciales para el rescate de las primeras víctimas que aún fueron encontradas con vida.

“Cuando vimos luego, luego se reunió varía gente allá abajo para tirar el apoyo, y es cuando temprano empezamos a sacar cascajo. Ya después vinieron los de fuerza civil (sic) y nos sacaron, pero llenamos como cuatro o cinco camiones de tierra, piedras y materiales”.

Otros vecinos se apresuraron a juntar y llevar botellas de agua, polines, cubetas y otro tipo de herramienta que pudiera necesitarse a lo largo del rescate; sin embargo, cuando las autoridades tomaron el control completo de la zona, la ayuda civil dentro de esta área se suspendió, lo que causó molestia entre los voluntarios.

Las autoridades organizaron un improvisado puesto de control a una calle del desprendimiento e intentaban cercar los puntos de acceso al colapso, mientras los primeros afectados abandonaban sus casas con tan solo unas pocas pertenencias en las manos.

Raúl Álvarez y su familia comenzaron a apilar un par de bolsas junto a las jaulas de sus pericos sobre la empinada calle de Cuerpo Alpinista de México. Habían pasado solo un par de horas desde el desprendimiento y las autoridades no habían dado una instrucción clara respecto al desalojo, pero el miedo motivó a que muchos comenzaran a juntar algunas pertenencias antes de dejar sus hogares.

Otros como Juan Carlos, quien vive a menos de 100 metros del desprendimiento, sólo prepararon cosas para sacar a sus hijos de aquella zona mientras esperan instrucciones claras o la promesa de que sus casas no serán saqueadas o simplemente olvidadas.

Una avalancha de ayudas

Además de los múltiples rescatistas de los tres niveles de gobierno, en las calles de Lázaro Cárdenas también se reunieron expertos en geología, investigadores, agrupaciones de salvamento, y decenas de perros entrenados en tareas de búsqueda.

La ayuda se volcó a esta zona del Estado de México, en donde los vecinos también contribuyeron no solo con material, sino con alimentos, tazas de café, e incluso abrieron las puertas de sus hogares para que los elementos de seguridad pudieran utilizar el sanitario o sentarse un momento.

Alejandro, habitante de esta colonia y empleado en una cadena de material de construcción, se enteró de lo ocurrido por las noticias mientras trabajaba. De inmediato pidió permiso para regresar a casa, algo que su gerente no solo permitió, también lo envió con otros compañeros para ayudar en lo necesario junto a un camión con palas, picos y cubetas, así como cajas con botellas de agua.

Con el paso de las horas este tipo de ayuda se acumuló frente al centro de mando, en donde decenas de personas esperaban formados para ayudar en lo que se solicitará; desde cargar cascajo, hasta subir herramienta o material a la zona de desastre.

Tres de los amigos de Ángel, Juan, Manuel y Paco, están en esta fila junto a él, no importa que nos los dejen pasar, ellos entienden que deben cumplir con lo que les pidan los especialistas, incluso aseguraron que el tiempo que tengan que esperar no les quita el ánimo, y que “estaremos aquí toda la noche si es necesario”.

Pero subir hasta ese punto representa un reto incluso para los equipos experimentados. El agua que no dejaba de correr desde el desprendimiento hacía que la empinada calle se volviera más resbalosa, lo que causó algunas caídas, e incluso que una grúa especial patinara hasta chocar con otros vehículos de emergencia y una camioneta del ejército.

El intenso frío, la posibilidad de lluvia y la amenaza de otro derrumbe han provocado que las tareas de búsqueda se suspendan durante la noche, e incluso en algunos momentos de este sábado; pero la esperanza de encontrar a los desaparecidos, entre los que hay al menos tres niños, mantiene a los voluntarios y rescatistas profesionales aún en esta zona.

Saúl Rosas, uno de los primeros voluntarios que llegó a la zona, aseguró que “no los vamos a dejar, así tengamos que mover con las manos cada roca, cada cachito o escombro, porque es nuestra gente la que está allá abajo”, pero el riesgo de otro colapso podría aumentar el peligro e incluso cobrar nuevas víctimas, por lo que las autoridades han pedido calma, y sobre todo, paciencia ante la tragedia.