nmontiel@ejecentral.com.mx “¡Te voy a encontrar, te lo juro! ¡Por mis niños, yo te voy a encontrar!” Este es el mensaje que escribió una joven madre de familia a su esposo desaparecido tras la explosión en una de las tomas clandestinas en Tlahuelilpan, Hidalgo. Han transcurrido más de 10 días después de la fuga y el incendio en uno de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), en Hidalgo, pero entre los pobladores persiste la esperanza de encontrar vivos o muertos a sus padres, hermanos, hijos o amigos. En esta búsqueda, las redes sociales se convirtieron en una herramienta aliada para pedir respeto por los fallecidos y prolongar lo que parece inevitable, afrontar la muerte de un ser querido. Con fotografías y descripciones de objetos que en algún momento permitan la identificación, los familiares solicitan ayuda y se mantienen a la espera de que surja alguna noticia, pero con el paso de los días se reduce el número de personas que buscan indicios de sus familiares y amigos en el sitio del siniestro, entre cenizas o hierbas. Muchos han recorrido cada uno de los hospitales que dan atención a los lesionados de la explosión, incluso han removido la tierra con sus manos, tratando de hallar algún resto en la llamada “zona cero” y con resignación otros han aceptado que les tomen muestras de ADN para reconocer los restos que no han sido identificados. En redes sociales como Facebook abundan las muestras de ayuda y solidaridad. Por ejemplo, fundaciones como Sonrisas Pérdidas Hidalgo apoyan en la dolorosa encomienda de encontrar a quienes no tienen registro en alguna institución médica. También hay opiniones divididas entre quienes criminalizan y defienden, y quienes quieren encontrar causas o culpables. Los familiares de los desaparecidos no sólo han tenido que enfrentar el dolor, sino extorsiones y engaños, pues las publicaciones que aparecieron en Facebook fueron un arma de doble filo, en algunos casos los datos se usaron para hacer llamadas y pedir dinero por el rescate de sus padres o hermanos.
El último adiós
Tras la explosión, lo que permanecía en “secreto” salió a la luz. Elementos de las Fuerzas Armadas lograron ubicar tomas clandestinas, que, entre los pobladores, eran bien conocidas. El asesinato de un líder huachicolero, la madrugada siguiente del día de la tragedia, despertó muchas opiniones. Fotografías y señalamientos de presuntos huachicoleros comenzaron a circular en los mensajes. Doce días después de la tragedia, pobladores de municipios como Tlahuelilpan, Teltipán, Presas, Tezontepec, Mangas, La Loma, Munitepec, Huitel se reunieron bajo el sol como el que cubrió a centenas de personas que se dieron cita ante una espectacular fuga de gasolina para dar el último adiós a los que perdieron la vida en el incendio del pasado viernes 18 de enero.
›En el campo de cultivo de alfalfa de la comunidad de San Primitivo, monseñor Juan Pedro Meléndez y los obispos de Tulancingo piden por el eterno descanso de aquellos fallecieron. Piden por la pronta recuperación de las víctimas del incendio, piden apoyo y consuelo para quienes siguen en busca de sus desaparecidos.
En el panteón, la música, el llanto y algunas porras se escuchan cuando despiden a sus difuntos. Lugar que resultó insuficiente para la cantidad de fallecidos que hay hasta el momento. El ambiente fúnebre persiste: en las casas de los dolientes continúan las misas y los novenarios, sin embargo, no sólo el dolor es perceptible, pues entre los pobladores hay miedo y coraje.