Testimonios de las zonas de silencio en el país (Parte V)

5 de Octubre de 2024

Testimonios de las zonas de silencio en el país (Parte V)

zonas de silencio

La violencia no es el único factor que intimida a los medios de comunicación en esta entidad; hay periodistas que tienen que abandonar su oficio debido a las malas condiciones laborales y salariales

Sinaloa, entre dos fuegos

Elier Lizárraga*

En Sinaloa, ante la ausencia de medios de comunicación por el difícil acceso a algunos municipios, pudiera considerarse que estos se han convertido en verdaderas zonas de silencio para el periodismo. Pero la precariedad laboral también ha jugado un papel importante para que los comunicadores abandonen el oficio.

Iván, periodista sinaloense que estuvo en el exilio durante unos meses debido a amenazas del crimen organizado, asegura que la presencia de estos grupos en comunidades inaccesibles complica la labor periodística. Sin embargo, la intimidación criminal en sí misma no es un factor determinante para que se construyan zonas de silencio, detalla, pues si bien en las áreas serranas de Sinaloa existe un mayor control de algunos puntos, en las ciudades su ritmo es diferente y coexisten con los medios de comunicación.

“El factor del narcotráfico en Sinaloa no ha influido al grado de silenciar completamente un medio. El antecedente más fuerte que hubo en estos años fue el asesinato de Javier Valdez; sin embargo, lejos de silenciar a su periódico, consideramos que potenció su voz. Sí silenciaron a Javier, pero potencializaron la voz de Ríodoce, su influencia se mantiene”, sostuvo.

Otro antecedente fue el asesinato del periodista Humberto Millán, en 2011, cuando su medio sí fue silenciado, pero luego César Millán, hijo de Humberto, retomó el proyecto de A Discusión, por lo que no puede considerarse que sea un medio silenciado.

Para Iván, si bien existen zonas donde no hay presencia de medios de comunicación, como el municipio de Badiraguato, no pueden considerarse “agujeros negros”, pues los únicos casos que no se publican son aquellos donde no se conoce la información.

“Si los periodistas en Culiacán tenemos información de enfrentamientos en la zona de Badiraguato, la publicamos. Es decir, los medios en Sinaloa no hemos tenido una mordaza. Sí el temor, pero más que zonas de silencio se trata de autocensura, por lo que los temas del narcotráfico se tocan con tiento”, explica.

Esta dinámica, señala, no es exclusiva de un periodista o un medio de comunicación, sino que, por sentido, común en todos los medios profesionales se tiene que cuidar en cuestiones de inseguridad.

En Sinaloa, el silencio forzado de un periodista se produce por su asesinato, como es el caso del periodista Luis Enrique Ramírez, pero el medio de comunicación que él dirigía continúa con sus actividades después de que el crimen hiciera sentir su presencia.

PRECARIEDAD LABORAL

Otro factor determinante para que los comunicadores dejen el gremio son las condiciones precarias que predominan actualmente en el sector periodístico, lo cual a su vez obliga a los medios a desaparecer, manifestó Iván.

“Si bien no hay un antecedente de cuántos medios han tenido que cerrar por estas condiciones, la precariedad laboral ha golpeado a las y los periodistas en Sinaloa”, considera.

Pero frente al crimen organizado, sostiene, la precariedad tiene el mismo peso cuando se trata de silenciar. En los estados del norte de México, el sueldo promedio de un reportero oscila entre los 8 mil y los 11 mil pesos, menos que otras profesiones, donde el salario promedio se ubica entre los 12 y los 15 mil pesos.

SAN LUIS POTOSÍ

En busca de la justicia y la verdad

Acompañar a familiares de desaparecidos implica un riesgo para los informadores

Alejandra Ruiz*

La historia de Marcela del Muro comenzó hace algunos años, cuando decidió dedicarse al cine documental, pero ante la falta de oportunidades, encontró en el periodismo una manera de contar historias desde el lado humano.

“Yo quería dedicarme al cine documental, pero fue muy complicado conseguir oportunidades dignas. Me decidí por el periodismo, según yo, mientras conseguía una oportunidad haciendo cine, pero fue mi gran descubrimiento de vida. Ahora estoy convencida de lo que hago y soy fiel defensora del periodismo regional y, como alguna vez dijo Leila Guerrero, mi trabajo es hacer como un minidocumental escrito”, cuenta.

Pero hacer periodismo en México implica un riesgo permanente, y lo sabe bien la periodista porque se dedica a realizar investigaciones y cobertura de temas de derechos humanos, migración, desaparición de personas, violencia de género y crisis ambiental en el estado de San Luis Potosí.

Actualmente Marcela del Muro trabaja como periodista freelancer en los medios de Pie de Página, Así Como Suena, Astrolabio Diario Digital y es parte del proyecto nacional “A dónde van los desaparecidos”.

“Cuando empecé en el periodismo tenía muy claro que quería hablar de violencia de género. Me costó mucho trabajo salir de una relación muy violenta que tuve en mi último año de universidad; tuve que poner tierra de por medio para realmente desvincularme y salir del peligro. Esa experiencia marcó un antes y un después en mi vida, y también marcó mi destino laboralmente, aunque lo descubriera años después”, relata.

Fue entonces que Marcela del Muro tuvo contacto con Edith Pérez Rodríguez, víctima colateral de desaparición forzada y creadora de la asociación civil de familias buscadores en San Luis Potosí, Voz y Dignidad por los Nuestros. Y entonces comenzó a documentar historias y casos de desaparición forzada en la zona media, Huasteca y centro del estado. Trabajo con el cual “Voz y Dignidad por los Nuestros” ha podido documentar los avances de las investigaciones de cada uno de los casos que han venido registrando desde hace ya diez años.

“En cuanto comencé a escribir y a investigar qué pasaba en San Luis, me presentaron a Edith, de Voz y Dignidad. Ella me agarró de la mano, me presentó a las familias del colectivo y me enseñó la mayoría de las cosas que sé sobre búsqueda y desaparición. Desde esa primera entrevista en casa de Edith, me quedó muy claro que quería acompañarlas, escucharlas, entenderlas y escribir sobre ellas”, recuerda.

Marcela del Muro considera que ha tenido mucha suerte de no sufrir algún ataque hasta ahora. “Directamente no me ha tocado estar en esa posición. He acompañado a Voz y Dignidad a prospecciones y búsquedas en campo, en lugares que fueron utilizados como campos de exterminio; en cuanto pones un pie en esos lugares sientes el entorno pesado, como si todo el dolor se hubiera quedado ahí y consumiera toda tu energía, supongo que documentar desde esos lugares ha sido de las experiencias más fuertes, sobre todo mentalmente”.

*Editores de la Organización Editorial Mexicana

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