Tras una semana de permanecer en Canadá con el objetivo de ofrecer disculpas a los Pueblos Originarios, el papa Francisco finalizó su travesía este viernes con una visita a Nunavut, en el Ártico, en donde de nueva cuenta, lamentó la responsabilidad de la Iglesia Católica en el maltrato y genocidios cultural de las tribus nativas.
Incluso con el dolor de rodilla que lo tuvo gran parte del tiempo en una silla de ruedas, el pontífice se reunió con sobrevivientes de una escuela residencial para indígenas, en Iqaluit, capital de Nunavut, en donde reafirmó el arrepentimiento a nombre de la fe que representa. Más tarde hizo un recorrido por la comunidad, finalizando de esta manera su viaje penitencial, no sin antes asegurar que volvía “a casa muy enriquecido”, y añadió “me siento parte de vuestra familia”.
Si bien las disculpas del papa se han tomado con respeto —en particular por su realización en territorio indígena—, otros miembros de los Primeros Pueblos consideran que no es suficiente. “Deberían estar haciendo más con orientación, con centros de bienestar, de recuperación”, dijo Israel Mablick, residente de Iqaluit y sobreviviente de una de esas escuelas en donde parte de los abusos incluían violaciones y otros tipos de agresiones sexuales.
Y es precisamente el tema de las agresiones sexuales a los menores
—muchas de ellas cometidas por miembros de la Iglesia Católica— el que ha dejado una herida abierta que no fue mencionada en el mensaje del pontífice. “No reconoció el rol institucional de la Iglesia Católica Romana en la protección de los abusadores”, dijo Kilikvak Kabloona, directiva de una organización inuit en Nunavut. “Esa protección permite que crezca la violencia sexual y esperamos una disculpa por los abusos sexuales”, puntualizó.
Arrepentimiento. Con todo y las molestias que ha sentido en una de sus rodillas, el papa visitó varias comunidades originarias para pedir perdón en persona.
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De nueva cuenta, el Papa ofrece disculpas
