> El expresidente de México sostiene que el “Mexican moment” se gestó gracias a las acciones al final de su sexenio y se consolidó con Peña Nieto, cuyas reformas contaron con el apoyo del PAN.
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“Populismo, puerta falsa para superar crisis” 2 de 3 “Margarita, la única para derrotar al resentimiento” 3 de 3
Juan Carlos Rodríguez jcrodriguez@ejecentral.com.mx
México nunca ha tenido una presidenta. Por tanto, jamás ha tenido un “primer caballero”, ni se tiene claridad sobre las actividades que le corresponden a esta figura. Felipe Calderón Hinojosa ya se visualizó en el papel y se anima a esbozar una idea sobre cuál será su rol en caso de que Margarita Zavala llegara a ser jefa del Ejecutivo.
Me dedicaría a no estorbarle en su trabajo, a no intervenir ni opinar, salvo que ella me pida un consejo basado en mi propia experiencia, y a desarrollar las tareas que ella me asigne”.
Respecto a las ventajas de su mujer sobre el resto de los aspirantes a la Presidencia de la República, el exmandatario sostiene que posee una cualidad que escasea en estos tiempos de gobernadores ladrones y prófugos: “ella tiene calidad ética, y es la única que puede derrotar una alternativa basada en el resentimiento y en la demagogia”.
A más de cuatro años de haber dejado el poder, Calderón plantea tres mitos y tres verdades sobre su estrategia de seguridad, sostiene que es una falacia que su combate a la delincuencia haya sido en busca de legitimidad política y asegura que México tiene un buen arsenal en caso de desatarse una guerra comercial con Estados Unidos.
—Durante su gobierno, usted planteó una estrategia de largo plazo y visualizó el México 20-30. ¿Qué de aquél proyecto aún está vigente?
—Efectivamente en aquel momento elaboramos un proyecto de gran visión al que llamamos México 2030. Lo construimos con la participación de ciudadanos, empresarios, académicos y servidores públicos. Ese esfuerzo colectivo condujo en gran medida los objetivos que nos trazamos para el sexenio. De él derivó el Plan Nacional de Desarrollo, y algunas Estrategias y Programas Sectoriales.
“Sigue vigente mucho de lo que ahí decimos, empezando por los grandes objetivos: los mexicanos queremos un país de leyes, donde nuestras familias y nuestro patrimonio estén seguros y podamos ejercer sin restricciones nuestras libertades y derechos. Queremos un país con una economía robusta y altamente competitiva que crezca de manera dinámica y sostenida, generando empleos suficientes y bien remunerados.
“Sigue vigente, porque queremos un país con igualdad de oportunidades para todos, donde los mexicanos ejerzan plenamente sus derechos sociales y la pobreza sea erradicada. Queremos un país que avance por la vía del desarrollo sustentable en el que exista una cultura de respeto y conservación del medio ambiente y de aprovechamiento sustentable de nuestros recursos.
“Queremos una nación plenamente democrática, en donde los gobernantes rindan cuentas claras a los ciudadanos. Y hoy la realidad nos recuerda la importancia de trabajar en la rendición de cuentas y en el combate a la impunidad ante una crisis de corrupción, en la que vemos todos los días los escandalosos actos de gobernadores y funcionarios que en lugar de servir a México se sirven de México.
“En esta visión de largo plazo también se planteó un liderazgo en América Latina y una política exterior activa en la promoción del desarrollo, la estabilidad y la seguridad nacional e internacional. En el caso de América del Norte, nos planteamos la consolidación de una relación equilibrada. Hoy más que entonces, sigue siendo imperativo consolidar una relación madura y equitativa.
“Sigue vigente el México 2030, finalmente, porque se sigue requiriendo que los actores políticos coincidan en los objetivos de largo plazo y en consecuencia trabajen de forma corresponsable para construir acuerdos que hagan ese futuro posible”.
—Faltan 13 años para el 2030. ¿Considera usted que vamos en la ruta del México que debemos ser? —Avanzamos mucho y, qué duda cabe, había y sigue habiendo enormes pendientes. Y, en honor a la verdad, este camino no ha estado exento de desviaciones, avances más lentos o incluso estancamientos y retrocesos en algunas áreas.
“Al finalizar la administración, muchas de las condiciones y expectativas de México estaban en su mejor punto. The Economist dedicaría su portada y amplia información a lo que tituló “The Rise of Mexico”, y fue incluso cuando a nivel internacional comenzó a acuñarse el término “El Momento de México”, que se complementaría adecuadamente con las muy importantes reformas logradas ya en esta administración, con el apoyo decidido de mi Partido, a pesar de que a nosotros nos hubiesen sido contumazmente negadas cuando estuvimos en el gobierno.
“Dejamos la economía creciendo a niveles superiores al 4% durante tres años consecutivos, con finanzas públicas sanas, con uno de los déficit y deuda pública en proporción al PIB más bajos de la OCDE, con reservas internacionales creciendo, con mejoras sustanciales en la facilidad para hacer negocios, con un sector de la construcción fuerte gracias al compromiso con la inversión en infraestructura.
“En este tema, por ejemplo, estábamos en la ruta correcta del plan. Muestra de ello fueron los 23 mil kilómetros de carreteras que se construyeron o reconstruyeron. También se dejaron mil 100 nuevas preparatorias, 140 nuevas universidades gratuitas y 96 nuevas instalaciones en universidades preexistentes que hicieron posible que cada año se graduaran más de 100 mil ingenieros en el país.
“El país estaba generando más de 700 mil empleos formales cada año. México se consolidó como una potencia manufacturera y se colocó como el cuarto mayor exportador de vehículos a nivel global. Estos datos dan cuenta de la apertura de nuevos horizontes que ampliaron y mejoraron las oportunidades para los mexicanos y que se han traducido, en la actualidad, en el fortalecimiento del mercado interno.
“En la parte económica las cosas iban razonablemente bien, conforme a la visión, y algunas continúan, a pesar de que hoy México crece a tasas de alrededor de 2% y de que se ha observado un fuerte incremento del gasto público, financiado, por un lado, con aumento de impuestos y por otro con aumento de la deuda. Ésta creció en más de 80% y pasó de 33% a 52% del PIB. Ciertamente, las reformas logradas, particularmente la de Telecomunicaciones y Energía, permiten abrigar esperanzas de mejora.
“Me parece que, a pesar del enorme esfuerzo que mi administración dedicó a los temas de Estado de derecho, seguridad y justicia, y lo mucho que se avanzó en la reconstrucción de agencias y dependencias públicas avocadas a ello, ésta sigue siendo la parte más débil y con fuertes repercusiones en todos los ámbitos, incluido el económico. Creo que en algunas áreas se observa cierto estancamiento y en ocasiones un franco retroceso con respecto a las políticas iniciadas entonces.
“La debilidad del Estado de Derecho incide en dos de los principales problemas de México y que ponen en peligro la viabilidad de nuestro desarrollo: uno es la corrupción, el otro la inseguridad.
“Preocupa, por ejemplo, el aumento del número y magnitud de los casos de corrupción, en los diferentes niveles de gobierno, muchos de los cuales han sido documentados por los medios en los últimos años.
“En suma, México ha avanzado en el camino trazado por la visión 2030, pero tiene que reforzar el paso y mejorar en aquellos aspectos en los que hoy se ha estancado o retrocedido, en particular en la meta de hacer de México un país de leyes, con auténtico Estado de derecho, donde no hay lugar para la impunidad, la corrupción o la inseguridad generalizada. Lograr el México al que aspiramos es tarea de todos y de todos los días.
—Tomando en cuenta las últimas dos décadas, ¿piensa que la alternancia política ha traído beneficios?
—Por supuesto que ha traído beneficios, pero también nuevos desafíos. Los avances en materia de derechos humanos, libertad de prensa, acceso a la información pública y de pesos y contrapesos entre Poderes no se pueden explicar sin la alternancia.
“El fortalecimiento de la sociedad civil y la profesionalización de la administración pública son consecuencias positivas, al menos en el ámbito federal. A nivel local también ha habido avances significativos, pero aún hay algunas entidades federativas que no han experimentado la alternancia. Desde el año 2000, hemos transitado de un pluralismo político a un sistema de partidos cada vez más competitivo. Hoy en día tenemos una auténtica “incertidumbre democrática”, esto es, no hay certeza de quién será el ganador en las elecciones y eso es una gran diferencia con respecto a la situación que durante décadas se vivió en el país.
“Desafortunadamente, el desarrollo de nuestra democracia electoral ha sido muy costoso y los resultados no han sido los esperados por la mayoría de la gente. Las elecciones a una sola vuelta generan resultados cada vez menos satisfactorios para los ciudadanos y debilitan la representatividad de los así electos.
“Los desafíos también son evidentes: un federalismo que empodera a las autoridades locales, pero no los obliga a rendir cuentas, hay además crisis de representación política y desconfianza ciudadana. En particular preocupa que la alternancia no ha venido acompañada de una sólida rendición de cuentas, ni del debido cumplimiento de las obligaciones del Estado en materia de seguridad y justicia, quizá en parte porque la transición del sistema presidencialista a uno democrático no vino acompañada con elementos de control y rendición de cuentas adecuados.
—Tradicionalmente, los expresidentes de México tienden a replegarse y tener un bajo perfil político, pero usted ha sido la excepción. ¿A qué se debe este activismo político?
—Yo creo en las libertades y específicamente en la libertad de expresión. Ejerzo ese derecho con conciencia sobre lo que implica ser un expresidente de la República. Tengo una vocación política y una militancia. Es más, aprendí que la participación política es no sólo un derecho sino un deber, una obligación ética.
“Con la prudencia debida, no veo por qué no he de ejercerlas en los temas nacionales, y en los internacionales hay muchísimo que hacer tanto en la agenda democrática como en la del medio ambiente. Opino sobre asuntos que me parecen relevantes y me dedico a trabajar por causas que desde siempre me han apasionado: el desarrollo sustentable, el humanismo político y la democracia.
“Creo que esa supuesta tradición obedecía más a los rituales de exaltación del Presidente en turno que a una práctica verdaderamente democrática. Por otra parte, en honor a la verdad, de los últimos expresidentes, sólo el expresidente Zedillo ha seguido esa llamada tradición, el expresidente Salinas ha tenido el perfil político que le ha sido posible tener y el expresidente Fox ni se diga”.