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Minutos antes de las ocho de la noche, en un foro de la colonia Roma el telón está por levantarse. Entre las tenues luces, como extraídas de un libro de historia, aparecen de pronto tres mujeres con faldones sostenidos por armazones de metal, que van cubiertas de joyas con una tiara brillante que corona sus cabelleras, mientras mueven sus abanicos de finos ribetes.
›Son aristócratas ataviadas a la usanza de la Nueva España, son las meninas, las damas de Ibarguenger: la tía Cecilia, mestiza y devota católica; y sus sobrinas María Bárbara, española, inteligente y adelantada a su época; y Alma María, judía, criolla e ingeniosa.
Las tres bailan y cantan mientras nos cuentan brevemente porqué siendo nobles y habitantes de la Ciudad de México durante el siglo XVIII fueron acusadas de escandalosos delitos por la Santa Inquisición, a la que lograron evadir gracias a “un hechizo mágico que las congeló dentro de un retrato durante 300 años”, y ahora ellas están aquí, temporada tras temporada, educando a los plebeyos, como suelen referirse al público, en la historia de México.
Bombardean al público mencionando cada una sus nombres y apellidos para después comenzar el relato e introducir un número musical al ritmo de cualquier pieza popular mexicana, y hasta temas de las películas de Disney.
Su imagen se asemeja al cuadro del pintor flamenco Diego Velázquez: las meninas mexicanas son tres mujeres y de cuna noble, en contraste con las españolas su residencia está en la Nueva España y existe una fe documental que prueba su existencia, basada en archivos que el historiador Luis Huitrón consultó en varios acervos.
Y es en los archivos históricos en los que se basan estas mujeres para contar y cantar la vida, obra y — desmitificar— los milagros de varios personajes de la historia nacional, entre ellos las figuras de Sor Juana Inés de la Cruz y Benito Juárez o los emperadores Maximiliano y Carlota, pasando por los ya etiquetados bajo el dominio popular como los villanos Hernán Cortés, Porfirio Díaz y Antonio López de Santa Anna.
Trozos de historia
Montar una puesta en escena cada dos meses, tiempo en el que estrena un nuevo espectáculo, demanda mucha velocidad, porque para el guion de las meninas no deben faltar dos ejes fundamentales: la puntualidad histórica y la comedia, asegura Luis Huitrón, actor y creador de este concepto teatral hace 10 años. En 2009 su primera puesta en escena la tituló Diálogos de Meninas Novohispanas, en la Fonda el Refugio, en la Zona Rosa, que después trasladaron a El Bataclán, el teatro del Hotel NH y recientemente al Foro Lenin.
El proceso para crear cada espectáculo inicia con la selección del tema, la investigación histórica, historiográfica y de archivo, y mientras Hugo Isaac Serrano, el dramaturgo, construye el guion, Luis Huitrón les da una clase introductoria a los actores sobre el tema. En este paso, la coach vocal, Aída Vela, trabaja en las canciones, que generalmente son planeadas durante las comidas de trabajo de todo el reparto y el equipo detrás de Las Meninas, y así se puedan diseñar los trazos y las coreografías de cada número musical. Al mismo tiempo, se hace un boceto de la escenografía y la diseñadora de vestuario comienza a confeccionar el vestuario que acompañará a las protagonistas. También en ello la revisión histórica es rigurosa, para hacer el mayor acercamiento posible a la realidad de México hace tres siglos. Cada vestido que usan las meninas encierra un estudio detallado, además de las joyas, guantes, y colores que usaba una mujer de esa época y de ese nivel, lo que resulta en que cada personaje porte hasta ocho prendas por función.
En cada función se puede apreciar un catálogo de la indumentaria de la época, incluso han recibido propuestas para hacer exposiciones sobre los vestidos de las aristócratas del virreinato.
Entre sus fuentes pictóricas destaca la Pinacoteca, el Museo Nacional del Virreinato, el museo Franz Mayer y el Castillo de Chapultepec; aunque también han buscado moda de la época en el Museo de América de Madrid, España o en el Palacio de Versalles, Francia.
“Hemos recibido propuestas para hacer una exposición sobre los vestidos de las aristócratas y que estos vestidos sean una herramienta para adentrarte al mundo del vestido novohispano”, refiere Huitrón.
Si bien en algunos vestidos han sido creaciones propias, también han hecho reproducciones completas de la ropa y cuya inversión alcanza unos ocho mil pesos por pieza. “Para armar un vestido puedes invertir hasta 15 metros de tela, además de las prendas interiores de la época, como camisones, fondos, armazones, zapatos, medias y corsés. Todo para crear la ilusión de que estamos viendo a señoras del siglo XVIII. Algunos abanicos han sido traídos de España, otros han venido de un sitio que está a punto de cerrar, llamado La casa del abanico, en la Ciudad de México, son piezas que tratamos de comprar de sitios que también tienen historia”, narra el creador del concepto.
Luis Huitrón Estudió la licenciatura en Historia y la maestría en Historia del Arte en la UNAM y un doctorado en Historia del Arte de la época colonial. Es maestro en Estudios judáicos en la Universidad Hebraica de México. Ha dedicado la mayoría de sus trabajos de investigación al arte y la cultura del periodo virreinal.
Otra de las curiosidades de este proyecto es que ninguno de los intérpretes estudió actuación, por lo que tenemos a una abogada, Cristina Cortés, siendo Alma María; a un diseñador, Christian Escorcia, como la Tía Cecilia y un historiador, el mismo Luis Huitrón, como María Bárbara.
Detalles armónicos
La comida mexicana, la Santa Inquisición, la cultura negra en México, el Día de Muertos, las tradiciones decembrinas, Porfirio Díaz, el segundo imperio mexicano con Maximiliano y Carlota, Hernán Cortés, Morelos, Benito Juárez y Sor Juana Inés, para todos ellos son traducidos en canciones, el puente más importante entre el público y la historia, afirma Huitrón Flores.
“Una canción te puede dar una identidad, te puede orientar y te puede llevar de la mano hacia donde quieras (…) al mexicano le encanta cantar y tararear. Bailamos y cantamos mientras lavamos los trastes, barremos y trapeamos”.
En las comidas de trabajo del equipo de Las Meninas, comenta el historiador, nos ponemos a cantar. Cuando estábamos armando “Un pecado llamado Juárez”, buscábamos qué podría encajar con Margarita, la esposa de Juárez. Buscas a alguien con ese nombre en la música popular y la tienes: Margarita, la diosa de la cumbia.
“Hay canciones que hablan de desprecio y las utilizamos tal cual, porque la gente sabe que vas a hablar de desprecio. Le cambiamos entre todos la letra. Al final, el director de escena y yo le damos los toques finales”, explica.
Ni tan héroes ni tan villanos
En la historia de México han existido héroes y villanos expuestos en los libros escolares, pero la percepción del historiador es diferente de la época de la Nueva España a la actual. Luis Huitrón califica como el peor villano de la época novohispana a la Iglesia y en el espectáculo dedicado a Sor Juana Inés, justamente construyeron un archivillano para el personaje del arzobispo Aguiar y Seijas, con el que “la gente salía odiando al pobre obispo”.
Pero en el periodo de Reforma otro personaje indigno recae en Antonio López de Santa Anna “por haber vendido el territorio y por hacerle la vida de cuadritos a Juárez y a sus colaboradores. Y sí, en el show de las meninas la gente lo terminó odiando más por todas las tarugadas que hizo”.
En la época del Porfiriato no hubo más figura que quien da nombre a ese periodo, aunque reconoce Huitrón que el expresidente fue una muy ambivalente. “En las meninas nos encargamos de mostrar todo lo bueno y todo lo malo, por lo que la gente sale muy polarizada. Podría concluir que es un villano al 50 por ciento”.
En la Revolución, un tema del que también han investigado para armar un espectáculo, Luis Huitrón comenta que Victoriano Huerta es el rey del complot, un personaje que no admite simpatía. Y en el México moderno, posrevolucionario, el villano no es una persona sino un ente: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), “claro, sostiene al país y nos saca de la antigüedad, rescata a México después de la Revolución y lo constituye dentro de la modernidad, pero ¿a qué costo?”.
Para el México contemporáneo el personaje que se debate entre la figura del héroe y el villano es el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, que incluso es usado como “gancho” y recurso para la comedia dentro del espectáculo de las meninas. Hay quien lo detesta, como el personaje de La tía Cecilia, quien en efecto, lo compara con Juárez”.
Pero entre los personajes que no dan paso a la duda sobre su influencia positiva en la historia de México, Luis Huitrón menciona a tres: Sor Juana Inés de la Cruz, quien no sólo fue una pieza fundamental para la filosofía y la literatura latinoamericana, sino que hizo una aportación invaluable de la visibilidad de la figura femenina no sólo viviendo en un convento, sirviendo en una casa o detrás de una cocina.
El segundo es José María Morelos y Pavón, el verdadero percusor del movimiento de Independencia, quien impulsó la igualdad de castas y ciudadanos, “sin duda uno de los próceres de la patria”. Y el tercero es Benito Juárez que, aunque tuvo sus problemas con la Iglesia, otorgó un Estado laico y dio garantía para que las personas que no eran católicas, profesaran otra fe sin ser perseguidas. “Bien por las reformas y por la separación de Iglesia y Estado, por desgracia se llevaron los conventos y se destruyó mucho arte de la época colonial, pero hoy tenemos un Estado medianamente laico que permite más libertad”.
Vida documentada
Las damas de Ibarguenguer sí existieron, pero a pesar de su cuna noble no se salvaron de ser perseguidas por la Inquisición, de acuerdo a la investigación del historiador Luis Huitrón Flores, la cual está documentada en el Archivo General de la Nación.
1. Doña María Cecilia de Ibarguenguer Faustinos Matzicatzin Calmecahuac y Escobar, señora de Ocotelulco y principal de Tlaxcala.
Nació el 2 de mayo de 1695, hija de español e india noble.
¿De qué se le acusó?
La inquisición la culpó sin sentido sólo porque a sus tres acaudalados maridos se los llevó la muerte antes de cumplir un mes de las nupcias, dejándola como la única heredera de sus fortunas.
2. Doña María Bárbara Luisa Gerarda Cayetana Augusta Clementina Leopoldina Paloma Gaviota Lorenza Antonia Eugenia Virginia del Rosario Castor Enriqueta Consuelo de Berrio Lozada de la O Rivadeneyra de las Castañas Arrarzáburi Álvarez de Toledo y Borbón de Ibarguenguer e Igartiburu. Baronesa de San Jacinto del Volcán, de san Juan de las Torres, de Torre Bermeja, de Castilla la Mancha, de Castilla la Rioja; condestablesa de Campo Florido, de la Vertena de Ramaduesca, de Galicia del Cuéllar; condesa de Toledo, de Castañar, de Lebrija, de Alcalá de Henares, de Cuernavaca, de Antequera del Castrejón, de Puerta Alta del Mariñar; marquesa de Berwick, de Tarragona, de Ceuta y Melilla; duquesa de Arroquia, de Marruecos, de Portela del Mar, de Bacalar y archiduquesa del Valle.
Nació el 27 de enero de 1715 en el Palacio de las Dueñas de Sevilla. Única hija del príncipe don Gustavo de Berrio Lozada de la O y Rivadeneyra de las Castañas Arrarzáburí de Álvares de Toledo y Borbón y la duquesa doña María Sofía de Ibarguenguer e Igartiburu.
¿De qué se le acusó?
Sedición y faltas de respeto contra el virrey Castro y Figueroa y Salazar.
3. Alma María Anna Sarah Leonor Esther Raquel Eva Sofía Huitronovich de Carvajal Bautista Santamaría e Ibarguenguer viuda de Contreras marquesa del Nuevo Reino de León, condesa de Troch y baronesa de Goez.
Nació en la ciudad de Monterrey, capital del nuevo reino de León el 4 de octubre de 1718. Hija del comerciante portugués don Simón Huitronovich de Carvajal y la aristócrata española doña Consuelo de Ibarguenguer.
¿De qué se le acusó?
Ser judía y, por lo tanto, de chupar la sangre de inocentes cristianos, de devorar bebés, envenenar pozos y de esconder dos cuernos bajo su sombrero.