La estrecha relación que tejió el diplomático de la Santa Sede con el presidente López Obrador, los ajustes que emprendió en sus vínculos con la clase política y económica del país; así como su apoyo a la pastoral que trabaja en el epicentro de la violencia, y la lucha silenciosa contra los abusos sexuales, constituyeron su sello; pero también lo que definió su salida de la nunciatura mexicana