La moneda estadounidense recibió oxígeno derivado de la aversión al riesgo, así como mejores datos económicos a los esperados en el país vecino, fortaleza que depreció a la divisa mexicana en las operaciones intradía hasta en 1.0 % y subiendo al dólar hasta los 17.2431 pesos.
Al final de la jornada, el tipo de cambio logró reducir un poco las pérdidas para cerrar en 17.2180 unidades, una bajada de 0.87 por ciento. Está retracción para la moneda mexicana es su peor caída desde el cinco de abril pasado.
La mala noticia sobre que la economía de China pudiera crecer menos de lo anticipado para este 2023 puso nerviosos a los inversionistas que buscaron un refugio en la moneda más demandada en el mundo.
El banco Goldman Sachs redujo su expectativa de crecimiento para el gigante asiático de 6 % a 5.4 %, que es una mala señal para las economías dependientes de sus cadenas de suministro.
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Además, cifras económicas relacionadas con el sector de la construcción en Estados Unidos dieron vitamina al dólar en esta sesión. De acuerdo con cifras del Buró de Censos, los estadounidenses tramitaron un mayor número de permisos para construir, superando el bache de abril, el crecimiento fue de 5.2 por ciento.
Asimismo, los indicios de construcción se dispararon un 21.7 %, el mayor salto desde septiembre de 2016 en términos porcentuales. La cifra alcanzó un millón 631 mil construcciones, la cifra más abultada desde hace un año, lo que puede ser un indicativo de que los estadounidenses no están preocupados por una eventual recesión.
Desde la perspectiva del peso, la moneda mexicana continúa siendo resiliente, a pesar de la caída de hoy, ya que los inversionistas aún apuestan a su favor y se encuentra en su mejor momento desde mayo de 2016, y todo apunta a romper el soporte en el dólar de las 17 unidades, y de ser así, entonces se tendría el mejor nivel para el peso desde diciembre de 2015.
La moneda nacional tiene tolerancia al dólar debido a factores fundamentales como el monto de las reservas internacionales que se encuentran cerca de los máximos históricos y que funcionan como un escudo ante contingencias externas, remesas crecientes que apalancan al peso y al consumo, así como los flujos de dólares en inversión extranjera directa (IED), pero también de la capacidad de producción de las empresas instaladas en México y que pueden enviar exportaciones, principalmente a Estados Unidos, lo que afianza la revaluación de la divisa mexicana frente al billete verde.
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