En el intento de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, entre el desierto, montañas y ríos, ocho mil 908 personas han perdido la vida, en los últimos 27 años. La mayoría de ellos son de origen mexicano.
En esas tres décadas —de 1995 a 2021— el periodo del expresidente republicano George Bush es el que acumuló el mayor número de víctimas mortales. En su administración, murieron 3 mil 55 migrantes, lo que significa un promedio de 381 personas por año.
Sin embargo, esta cifra aumentó durante el primer año de gobierno del presidente Joe Biden, y su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
En 2021 murieron 557 personas que intentaron cruzar el borde fronterizo, lo que representa un incremento del 46%, con respecto a la administración con más víctimas registradas, la de Bush.
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“Se trata del mayor número de migrantes muertos en toda la historia de la frontera entre México y los Estados Unidos”, alertó José Luis Pérez Canchola, miembro de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, en su artículo “Frontera norte: Los migrantes muertos en el olvido”.
El primer migrante mexicano muerto del que se tiene registro es el joven Daniel Barrientos, de 17 años, originario de la Ciudad de México. Su cuerpo fue encontrado el 23 de enero de 1995.
El registro de indocumentados muertos en la zona inició con la llamada Operación Gatekeeper en 1995, lo que implicó un mayor despliegue de elementos fronterizos, la colocación de vallas y más tecnología enfocada a custodiar la frontera, “la consecuencia fue un aumento extraordinario de emigrantes muertos y desaparecidos”.
En el periodo de Bill Clinton, de 1993 a 2000, se registraron mil 191 migrantes muertos; con Bush, de 2001 a 2008, hubo 3 mil 55; con Barak Obama, de 2009 a 2016, 2 mil 977; con Donald Trump, de 2017 a 2020, mil 128; con Biden, en 2021, 557.
“Lo que ha venido sucediendo en la frontera entre México y los Estados Unidos alcanza proporciones de crisis humanitaria. Más lamentables aún es el caso de aquellas víctimas cuyos restos mortales nunca son identificados y terminan en fosas comunes de California, Arizona, Nuevo México y Texas”, advirtió el autor.
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