En 2021, las defunciones debidas a “lesiones autoinfligidas intencionalmente”, o suicidios, ocuparon el tercer lugar entre las principales causas de muerte tanto en el rango de edad de 10 a 14 años como en el de 15 a 25, una posición similar a la que han ocupado en los últimos cinco años.
Según cifras dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el número de decesos por esta causa es alarmante entre los jóvenes de 15 a 24 años, ya que se registraron dos mil 064 casos; que no difieren mucho del número de personas de entre 25 y 34 años que murieron por suicidio, que fue de dos mil 307. Las muertes por esta causa en el segmento de 10 a 14 años fueron 242.
También destaca el hecho de que entre los 15 y los 24 años, las primeras tres causas de muerte no están directamente relacionadas con la salud física, pues la primera son las agresiones u homicidios, con siete mil
237 casos; la segunda, los accidentes que ocasionaron cinco mil 450 defunciones.
En México, las tasas de suicidio consumado han ido aumentando desde 1970 a la fecha, sobre todo “a expensas de los jóvenes, entre quienes es ya la tercera causa de muerte”, escribieron Carlos Campillo y Germán Fajardo (de la Facultad de Medicina de la UNAM) en 2021 en la Gaceta Médica de México.
“Si bien se han propuesto diferentes programas preventivos, estos, lamentablemente, no han prosperado, pese a que el suicidio es uno de los pocos temas de la salud mental que puede contar con intervenciones eficaces y exitosas”, señalan estos psiquiatras en su artículo.
Los últimos cinco años confirman estas palabras, ya que si bien la posición del suicidio entre las principales causas de muerte ha variado un poco, las cifras se mantienen esencialmente iguales. Por ejemplo, en 2017 se produjeron 209 suicidios en el rango de edad de 10 a 14 años y mil 822 en el de 15 a 24 años; en 2019 fueron 202 y mil 884, respectivamente.
Campillo y Fajardo señalan que los programas que se han propuesto en México no han logrado reducir estas cifras “por estar mal planteados”, pues “se carece de una definición de caso uniforme” y prevalece un enfoque “reduccionista” que se apega sólo a salud pública.